Hay personas que vienen al mundo con dones especiales, mismo que son otorgados por los Dioses y Diosas - Sol, Luna y los cuatro elementos -. Muchos de ellos son marginados por el miedo a lo diferente pero la triste realidad es que ninguno pidió nace...
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Esa extraña melodía era lo único que podía escuchar junto con los demás sonidos naturales que me brindaba el bosque.
Comienzo a caminar guiada por la hermosa voz dulce de una mujer con aquel canto de ángel, el camino era rocoso y húmedo pero era normal para esa época de lluvia que el bosque tuviera ese tipo de clima.
Atraída no solo por el sonido si no por el color de la flora que era más verde y brillante que nunca, sonrió cuando llego aquel manantial.
Mi mami no le gustaba que me acercara sola hasta aquí pero siempre he sido curiosa y siempre me ha gustado el agua.
La voz de aquella mujer parece armonizar con otras hermosas voces que parece provenir dentro del manantial, totalmente encantada por aquel sonido me acerco hasta la orilla y asomo mi cabeza por sobre el agua logrando capturar el reflejo de mi figura.
Hundo mi mano en aquella cristalina agua trazando la sombra de mi figura y sonrió con diversión al ver las repentinas ondas que se forman en ella.
Por un momento recuerdo que mami me dice que debo pedirle a la Diosa Hwasa, ya que es la que nos brinda el agua para sobrevivir o a la Diosa Solar por permitirnos tener buenas tierras para los cultivos. También dice que debemos ser agradecidos con la Diosa Moonbyul por brindarnos el aire para respirar y a la Diosa Wheein por brindarnos el fuego para sentir la calidez en tiempos fríos.
Mami siempre dice que debemos ser agradecidos con nuestros Dioses y que siempre debemos pedir por el bienestar de nuestra aldea y de aquellas almas apoderadas del mal.
No entiendo muy bien pero llevo mis manos hasta el agua y cierro mis ojos entregándome a las palabras de oración hacia los Dioses.
Una repentina risa y movimientos de pies se escuchan y me asusto de inmediato dejando de rezar.
El temor de ser descubierta por alguien me hace caer al agua y grito por lo helada que se encuentra aquella agua.
- Fría, fría, está muy fría – me quejo
- ¿Quién eres tú?- aquella voz desconocida me hace abrir los ojos y por el susto me sumerjo en el agua.
Cuando se me hace imposible aguantar más la respiración saco mi cabecita y tomo mucho aire. Abro mis ojos y veo aquel niño en la posición que antes yo me encontraba.
Él me mira confundido y tiende su mano hacia mí.
- Ven, tómala, voy ayudarte – miro su mano completamente desconfiada pero luego de unos segundo, lo hago.
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