Hay personas que vienen al mundo con dones especiales, mismo que son otorgados por los Dioses y Diosas - Sol, Luna y los cuatro elementos -. Muchos de ellos son marginados por el miedo a lo diferente pero la triste realidad es que ninguno pidió nace...
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Era normal levantarme por los pequeños rayos de claridad alumbrar en aquella cabaña pero hoy no era ese el motivo.
El fuerte aroma a tierra húmeda es lo que me despierta y quizás me asusta un poco, el ver que no estoy sola en aquella cama pero sonrió de inmediato al recordar cada momento vivido antes de caer profundamente dormida.
Ver el pecho desnudo de Chanyeol y estar recostada sobre él me hace saber que no fue un sueño y que realmente él era mi Sol, que ayer finalmente había sido consciente de ello y que había perdido mi virginidad.
Mis mejillas toman un poco de color y muerdo mi labio completamente acalorada por las sensaciones de recordar justamente aquel momento.
Una suave risa me hace subir la vista para verle, esté quien se mantiene aún algo adormecido y con su cara un poco hinchada me da los buenos días con esa sonrisa que hace mucho no veía en sus labios.
- Es lindo amanecer así – susurra y no puedo estar más de acuerdo con él
Toma mi mano y la besa robándome el aliento por esa simple acción que me cala en lo profundo de mí ser.
- Aun recién despierta sigues siendo la chica más hermosa, eres digna de ser llamada princesa – aquellas palabras causan estragos en mí, de una manera que aún no me logro acostumbrar.
Mi corazón esta tan acelerado en estos momentos y juro que puedo sentir el suyo latir de la misma manera, sobre mi palma.
No tengo palabras en estos momentos para responder por lo cual me dejo guiar completamente por mi cuerpo y por el impulso que siento en estos momentos.
Me acerco y lo beso tomándolo completamente desprevenido por ello pero no por eso se niega a responderme, por el contrario parece satisfecho al ver que soy yo la de la iniciativa.
Sus manos recorren la piel de mi cintura desde el inicio de mis caderas y aunque ambos nos mantenemos abrigados con una pequeña colcha, no es estorbo para hacernos sentir la desnudez de nuestros cuerpos.
Cuando el beso se torna lo suficientemente exasperante pero no en el mal sentido, dejo escapar un jadeo cuando no quiero para de besarle y de querer más en ese momento.
Una repentina ráfaga de calor llega a mi cuerpo invadiéndome desde los pies y desesperada por calmar esa sensación me subo a él completamente rozando nuestras intimidades, cosa que nos hace cortar el beso y jadear al mismo momento por aquello.
Ambos nos miramos perdidos en las miradas del otro y con la necesidad latente en nuestros cuerpos, él es quien se sienta aun conmigo en su regazo y con una de sus manos me atrae por la nuca para besarme nuevamente pero con mayor desenfreno.
