Capítulo 11: Sentimientos

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-Mary- un murmullo resonó entre todos los disturbios de las calles. Aquel mísero susurro que nunca esperó ser escuchado, aquel nombre que fue dicho por nadie más que un desdichado viejo alcohólico, ese murmullo fue escuchado por la joven que aquel cansado demonio llamaba.

-¡Husk!- la voz juvenil de aquella chica reverbero en ese sucio callejón para después escucharse sus pasos apresurados hacia él. Al abrir sus ojos, Husk, pudo distinguir el delicado rostro cubierto de marcas de Mary, sus manos estaban en su rostro y con una le daba leves palmadas que terminaron por hacerlo gruñir un poco a lo que Mary suspiro aliviada;-no es como si pudiera volver a morir- es lo hubiera dicho si estuviera más lúcido, pero que ahora solo fue remplazado por su silencio.

-¿Qué haces aquí? –pregunto en un tono casi maternal, se veía preocupada, ¿Por qué se sigue preocupando por mí? Cuando la traté tan brusco. –Vamos, ¡arriba! –puso el brazo del mayor por encima de sus hombros, lo sujeto de la cintura y lo levanto, para Mary el viejo y ebrio Husk era bastante pesado, pero podía con él.

-Puedo caminar –gruño Husk.

-No protestes-.

El camino de regreso al hotel fue silencioso, ninguno de los dos no tenían ganas de hablar y ambos estaban bien con eso. Husk tropezaba constante mente con sus propios pies y Mary soltaba quejidos de vez en cuando por el peso de llevar las compras y un; en extremo borracho, Husk. Ambos estaban cansados y hundidos es sus pensamientos.

Al llegar no había nadie en la recepción, todos estaban en sus habitaciones correspondientes. Charlie y Vaggie habían caído a la cama agotadas, Angel no estaba dormido solo estaba acostado, el horario del hotel no le agradaba, pero no tenia de otra que adaptarse, Nifty dormía profundamente en una habitación junto con Alastor ya que le había insistido tanto que Alastor no tuvo más remedio que dejarla con él.

Todo estaba en silencio.

Mary fue con todo lo que cargaba encima, incluyendo a Husk, hasta la cocina donde empezó a guardar todas las compras, no sin antes dejar Husk sentado en una de las sillas que rodeaban la mesa.

Él la miraba, no tenía nada concreto en mente, solo la veía repitiéndose una y otra vez ¿Por qué? .

-Listo –dijo satisfecha la pequeña Mary, mientras veía la despensa que acababa de ordenar –ahora necesitamos llevarte hasta tu habitación –se volteó y se acercó al mayor. Puso el brazo de Husk por encima de su hombro y lo sostuvo con firmeza de la cintura -¡arriba! –dijo poniendo de pie al mayor.

Esta vez Husk no gruño ni protesto, solo acepto la ayuda en silencio. Subieron las escaleras lentamente y caminaron por los pasillos del hotel hasta llegar a su habitación. Al entrar; Mary pudo ver, por primera vez, el desastre que Husk tenía por habitación. Al extremo contrario de la habitación; había una hamaca de color verde olivo, que contrastaba bastante con toda la habitación; que en gran parte era de color marrón.

Mary ya había cumplido con su misión; había traído las compras y había traído a Husk a la cama. Ya dispuesta a irse escucho un leve susurro y algo la sujeto ligeramente de la falda.

-Mary -.

Al voltear vio a Husk sosteniendo, con una de sus garras, un extremo de su vestido.

-Te amo-.     

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