Capitulo 5: Una fiesta a la antigua (parte 1)

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El día aquel de aquel desayuno paso con relativa normalidad, aunque Mary no salió de su cuarto en casi toda la tarde, lo que era raro ya que casi siempre se le podía ver caminando por los pasillos o hablando con alguno de los miembros del hotel, pero ese día no, para Mary era mejor así, tomarse un día para apaciguar el remolino de emociones que se había formado en ella, tanta felicidad en su interior llegaba a abrumarla, al punto de hacerla llorar. Siempre fue del tipo que se deja llevar por sus emociones sean positivas o negativas, casi todas terminaban en llanto y era algo que no podía controlar, pero lo que si podía controlar si la vieran o no, así que no, no quería que la vieran.

Pasaron horas y Mary no se había dado cuenta, había llorado tanto que sus parpados estaban hinchados, pero esas lágrimas siempre fueron acompañadas una enorme sonrisa en su rostro y eso le daba una apariencia un tanto extraña. El reloj marcaba las 7:56, el hambre no se había hecho presente en ella hasta que miro aquel reloj que estaba encima de la mesa de noche al lado de su cama, se había saltado dos comidas y ya empezaba a verse los efectos de ello. Se levantó de la cama dispuesta a ir a la cocina y comer un poco, pero apenas abrió la puerta se encontró con Charlie que tenía un plato con un sándwich en sus manos y una sonrisa levemente torcida en sus labios.

-Mary –dijo-ten –se apresuró a decir, extendiéndole el plato a la pequeña de pelo corto que recibió el plato, se escuchó un "gracias" de la pequeña que empezó a dar mordiscos aquel sándwich–Debes tener hambre. Bueno te saltaste dos comidas, es obvio que tienes hambre... -empezó a balbucear era algo recurrente cuando no sabía cómo decir lo que quería realmente decir –Mary, ¿Cómo te sientes? No te veías del todo bien en el desayuno –y ahí estaba el motivo por el que estaba allí, a Mary no le molestaba, en realidad le parecía lindo que alguien se preocupara por ella, aunque le sorprendió escuchar que la había visto en aquel estado y más porque ella pensaba que nadie lo había hecho.

Tragó - Oh eso, bueno, no era nada muy grave –dijo riendo ligeramente nerviosa, a lo que la rubia la miro preocupada y Mary suspiro- Bueno es solo que me dejé llevar un poco por mis emociones, es que la idea de que si es posible ir al cielo es un sueño y estoy muy feliz por eso –fue interrumpida por Charlie.

-¿Feliz? –dijo ladeando un poco la cabeza, la situación era confusa para ella a lo que Mary soltó otro suspiro y le sonrió a la rubia.

-Sí, feliz, muy feliz –dijo- es solo que eso me abrumo un poco –dijo para concluir y miro a Charlie, abrió mucho los ojos, no se había percatado de la ropa que tenía puesta la rubia, era tan diferente, tenía puesto un vestido podría decir que anticuado, era en su mayoría negro y con rosa en algunas partes de este como una de las capas de la falda, una cinta que marcaba su cintura y los bordes del escote cuadrado. También tenía un sombrerito rosa con una cinta negra y sin lugar a dudas era su cabello que estaba por encima de sus hombros era lo más resaltante y más cuando antes le llegaba debajo de sus caderas. -¿y eso? –pregunto apuntando el vestido de la rubia.

-¿Esto?, oh casi se me olvida mencionártelo, estamos haciendo una pequeña fiestecita, bueno, ya sabes, para celebrar nuestro trato con los Arcángeles –sonrió- vamos, ven –dijo agarrándola de la muñeca, tomó el plato con el sándwich a medio comer con la otra mano y empezando a caminar. Mientras esta la jalaba hasta donde estaban todos, Mary se limpió con su mano, unas pocas migajas que le habían quedado la comisura de sus labios.

Al llegar lo primero que Mary vio fue a Alastor, estaba cantando a un lado del bar, se veía más elegante que de costumbre, sus pequeños cuernos eran cubiertos por un sombrero de copa, tenía un saco rojo obscuro con los bordes de las mangas de un tono de rojo más brillante y su camisa debajo de aquel chaleco era blanca, hay que admitir que se ve y canta muy bien. Alastor dejo de cantar para tomar un pequeño baso que se encontraba en barra del bar y beber de un trago su contenido. A medida que se acercaban ambas chicas a la escena, Alastor se dirigió a ellas rápidamente.

-Pequeña Bloody –dijo con su típica sonrisa, acercándose a la pequeña animado y entusiasta- ¿quiere unirse a nosotros a celebrar un poco? –se inclinó ligeramente y ladeo su cabeza en espera de una respuesta, a lo que la pequeña asintió sonriendo contagiada por el entusiasmo del demonio de la radio. –Bueno, si eso es lo que quiere, necesitara un cambio de imagen –tomó de la mano de la chica y alzándola con delicadeza –porque como puede ver esto es un fiesta a la antigua –dijo mientras hacía girar en si misma a la pequeña y en un abrir y cerrar de ojos ella tenía puesto un vestido muy diferente a su habitual vestido rojo, ahora tenía un vestido de color crema sin mangas y un escote levemente pronunciado, con detalles en pedrería y bordado en toda la parte de arriba hasta las caderas, donde caían un sinfín de flecos, sus pies ahora calzaban zapatos de tacón bajo, sus manos y brazos eras cubiertos por largos guantes que le llegaban más a allá del codo, de su cuello colgaba un largo collar de perlas y su cabello era adornado por una diadema de pedrería simple. –Te ves magnifica –dijo mirándola de arriba abajo con su sonrisa constante- Querida, ¿le importaría bailar conmigo una canción? –dijo inclinándose, estaba siendo demasiado formal otra vez, la puso nerviosa, ella busco con la mirada a Charlie, pero no estaba, se había ido y ni siquiera se había dado cuenta, volvió su vista hacia aquel demonio que esperaba una respuesta, ella solo asintió sonriendo un poco nerviosa. La sonrisa de Alastor se ensancho y enlazo su brazo con el de la joven, como lo hacían las parejas de antaño, llevándola lejos del bar, la música empezó a sonar y Alastor comenzó a cantar y ambos empezaron a bailar.

Verlos a ambos bailar era un espectáculo agridulce para el cansado barman que los observaba desde la barra. Alastor era ágil y rápido con los pies, Mary era torpe y tropezaba o pisaba los pies de Alastor con frecuencia, pero al parecer no resultaba irritante para el demonio de la radio, se podría decirse que le parecía adorable, aunque nadie podía saber a ciencia cierta qué era lo que pensaba aquel demonio. Los pies de Mary empezaron a tomar soltura después de unos minutos y los pasos se volvieron más audaces y agiles. Ver aquella pareja le traía mil y un recuerdos de su vida, cuando una joven e impresionable versión de sí mismo deambulaba por aquel casino donde pasó gran parte de su juventud, donde empezó a apostar y jugar a las cartas, donde vio su primer espectáculo de magia y donde surgieron sus primeros amores. Pero al pasar de los recuerdos buenos y no tan buenos de su juventud, se empezaron a asomar recuerdos peor que malos, que desearía no tener, recuerdos llenos de sangre, explosiones, disparos y sobre todo muerte. Empezaron a asomarse sus recuerdos de Vietnam.  

Fragile DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora