12. - El club

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Otro día más.

Bueno, Migaja esta a salvo y yo...

Intentando ser optimista, este lugar es agradable, no hay ningún ruido y esta sólo. No es tan malo aquí.

Por otro lado, no saber si es de día o de noche me pone los pelos de punta. ¿Cuándo vendría Koizumi?

Claro, no es su obligación cuidarme pero, me resulta extraño, hace ya bastante que no ha venido cuando los anteriores días lo hacía bastante seguido.

¿Le habrá sucedido algo?

Dejé de pensar en eso por el rechinido de la puerta abriéndose, pensando que quizá sea ella.

— ¿Usami? — Miré a duras penas hacia la puerta, solo para ver a la mencionada llorando.

— E-Esto esta mal. ¡Los amigos no deberían hacerse esto! U-Ustedes deben de... confiar los unos a los otros y...

— ¿Donde está Koizumi? — Su mirada se desvío lejos de mi rostro ante la pregunta, empezó a moverse incómoda.

— E-Ella... ella esta... e-esta...

Fácil de suponer

— ¿Muerta?

— ¡N-No lo digas así! — Entonces si lo esta. Que lástima. Y pensar que me pudieron haber matado a mí en vez de a ella... Que decepcionante.  — L-Los amigos tienen que ayudarse entre sí. T-Tu... tienes que ayudar en la investigación.

— Mmm... dudo que yo pudiera servir de ayuda para personas tan grandes. — Cerré mis ojos con lentitud, dando por terminada la conversación.

— N-No digas eso...! ¡Tus amigos no piensan lo mismo! — Asome la mirada para observarla, para intentar hallar sinceridad en aquellos ojos de plástico.

— ¿Amigos? — Mala suposición.

— S-Si. — Descanse de nuevo mis ojos. Que conversación tan cansina. Apróximademente 10 minutos pasaron y su presencia seguía ahí. Ni una palabra. Suspire con pesadez.

— Usami yo...

— ¡Esta bien!, ¡te voy a liberar! — No me sorprendí tanto, nuestra maestra es accesible

Con sus manos... o patas, lo que sea, comenzó a forzar el candado. Murmurando cosas como,"esto es lo que hace una buena maestra", o al menos algo parecido, no lograba entender muy bien.

— L-Listo... ahora las manos.

Tomó un tiempo en quitar la cuerda, no pude evitar hacer una mueca al ver las marcas ocasionadas por la cuerda. Desagradable

— Gracias Usami, yo puedo encargarme de lo demás. — Asintió aún con lágrimas en los ojos, llevé mis manos a la cuerda amarrada a mis pantorrillas. De verdad que no miento. Usé toda mi fuerza, sentía mi cara rojiza e incluso salían algunos quejidos de esfuerzo de mi boca. Mire a otro lado, avergonzado ante la mirada de mi maestra esperando a que lo lograra.
— Yo... ¿puedes ayudarme?

— D-De acuerdo... — ¿Cómo puede hacerlo tan fácil?

— Gracias. — Me puse de pie con las piernas temblorosas, demasiados días sin poder moverlas. Sacudí mi ropa, dispuesto a irme. Dos pasos di antes de regresar a ellos.

Me la llevaré

— ¿Qué haces?

— Ah, solo me llevó a mi amiga, se llama
Migaja. — Sonreí por lo bajo, lo primero sería ponerme al corriente con el asesinato.

Pensándolo mejor... quizá sea mejor antes darme una ducha.

— ¿Por qué me sigues? — No hizo falta serciorarme que estuviera ahí. Apresuré el paso.

Un punto de vista un tanto,¿diferente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora