Capítulo 6 LAS NATURALEZAS MARAVILLOSAS DEL AGUA, DEL AIRE Y DE LOS VIENTOS

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Los otros dos Elementos, a saber, el Agua y el Aire, no son

menos potentes, y la naturaleza no cesa de efectuar, a través de

ellos, efectos admirables; pues el Agua es tan absolutamente

necesaria que ningún animal puede vivir sin ella, que ninguna

hierba ni planta puede producir si el agua no la humedece; la virtud

seminal de todas las cosas se halla en ella, comenzando con los

animales, donde es evidente que la si-miente es acuosa, y luego en

los frutos y las hierbas, ya que aunque sus simientes sean terrestres,

si el agua no las riega, no podrían tornarse fecundadas; ya sea que

esto se cumpla embebiéndose con la humedad de la tierra, del rocío

o de la lluvia, o del agua que se arroja ex-professo sobre ellas,

puesto que Moisés describe a la tierra y al agua como las únicas

capaces de producir el alma viviente. El atribuye al agua una doble

producción, a saber, la de los peces y la de los animales que vuelan

por el aire sobre la tierra.

La Escritura señala incluso que el agua participa en la

producción de la tierra, diciendo: "

¿Por qué los animales y las

plantas no producen?"

Es que Dios todavía no había hecho llover

sobre la tierra. La potencia de este Elemento es tan grande que es

imposible renacer espiritualmente sin agua, como el mismo Cristo

lo testimonió al hablar con Nícodemo. En cuanto a la religión, sus

efectos son también grandísimos en las expiaciones y

purificaciones, y no es menos necesaria que el fuego; es útil en una

infinidad de cosas y se la utiliza de modos diferentes, y es por ella

que subsiste todo lo que existe en la naturaleza y que tiene el poder

de engendrar. nutrir, hacer crecer y aumentar todas las cosas que se

ve en el mundo . Por ello, Tales de Mileto y Hesíodo la

establecieron como principio ele todas las cosas y la denominaron

el más antiguo v potente de todos los F'

iementos, pues rige a los

otros: ya que. como dice Plinio, el agua devora a la tierra, extingue

el fuego, se eleva hasta el aíre y, al llegar a las nubes, se convierte

en ama del cielo, y al caer hace nacer todo lo que la tierra produce.

Plinio, Solino y muchos otros historiadores describieron una infi-

nidad de maravillas del agua. Ovidio hace también mención de sus

virtudes potentes y maravillosas cuando dice:

¿Cuál es el origen de que el agua del río Nammon se congele

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