La figura y la situación de los cuerpos celestes y de las
estrellas acuerda a muchos individuos las Virtudes Singulares tan
maravillosas respecto de las especies; pues tau pronto cualquier
individuo que se sabe comienza a existir bajo un horóscopo fijo, o
bajo alguna constelación celeste, contrae desde ese momento
cierta virtud particular admirable de actuar, y de sufrir o de
recibir, además de la relativa a su situación y especie, tanto por la
influencia de los cuerpos celestes como por la correspondencia, la
sumisión y la obediencia de la materia de las cosas que se
producen y se engendran en el alma del mundo, que tiene la
misma relación que la obediencia de nuestros cuerpos para con
nuestras almas, pues sentimos en nosotros lo que cada forma nos
hace concebir. Nuestros cuerpos se mueven por las cosas
deleitables, uniéndose a ellas o huyendo de ellas; lo mismo ocurre
a menudo con las almas celestes cuando conciben diferentes ideas;
entonces la materia se mueve por relación con ellas.
De manera que en la naturaleza hay muchas cosas que
parecen ser prodigios de la imaginación de los movimientos
superiores; esto hace que no sólo las cosas naturales sino también
muy a menudo las artificiales reciban diferentes virtudes, y sobre
todo cuando el alma del cuerpo que opera se apega a aquello que
la influencia, y esto es lo que ha hecho decir a Avicena que todo
lo que se hace aquí se halla antes en los movimientos y en las
ideas de las estrellas y los globos. Así se producen y se crean
diferentes efectos en todas las cosas, e inclinaciones y costumbres
diferentes, no sólo por las diferentes disposiciones de la materia
sino también por las diversas influencias que ellas reciben y sus
diferentes formas, no por la diferencia específica sino por la
diferencia propia y particular. Y es Dios mismo, quien es la causa
primera de todas las cosas, quien distribuye de manera diferente
estos grados, que, permaneciendo siempre el mismo, los comunica
y los reparte como le place; y las segundas causas angélicas y
celestes cooperan con él, disponiendo la materia corporal y las
otras cosas que les son encomendadas. Una vez hecho esto, Dios
comunica todas las virtudes por el alma del mundo, por la
potencia particular de las ideas o las imágenes y las inteligencias
que presiden, y el concurso de los rayos y los aspectos de las
estrellas que se crean por medio de un con-cierto armónico y
particular.
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LA MAGIA N A T U R A L
RandomPrimer libro para aquellas personas que quieren iniciar en el mundo esotérico y ocultismo. Es importante destacar que este libro no es para curiosos, si no para personas que quieran aprender más sobre la magia real