Iguales pero distintos

30 5 0
                                    

III

-Al despertar estaba en una carreta, con pies y manos amarrados.- Siguió contando el pequeño.- Paso un día y al llegar, me resistí a bajar de la carreta, pero Alfonz utilizo su fuerza bruta para bajarme y me entrego a los guardias dando la orden que me encerraran en el calabozo de castigo por resistirme a bajar y el resto pues estoy aquí contigo…

La mujer estaba apunto de romper en llanto, el niño se veía decaído, si, pero jamás creyó, que el pesar que cargaba el pequeño, fuera tan grande.

-Lo lamento tanto Eddward.- decía mientras limpiaba una lágrima de su mejilla y abrazaba al pequeño.- Eres un niño muy fuerte, pero no tienes que cargar todo tu solo, ahora me tienes a mi, ¿De acuerdo?

-D-De acuerdo .- empezó a llorar con más fuerza aferrándose al hombro de la mujer.-¿Por qué Grettel? ¿Por qué?- grito ahogadamente en llanto.

La mujer no sabía que contestar, se había quedado sin palabras, ¿Como podías explicarle a un pequeño el cruel asesinato de su familia?. Lo único que pudo hacer fue abrazar con fuerza al pequeño.

-No lo sé, perdóname.- Apenas salían las palabras de su boca.- Lo que si se, es que aquí estoy y haré lo posible por protegerte. Te lo prometo.- apenas pudo decir en un hilo voz.

Esos llantos le rompían el corazón, llenos de tristeza, desesperación, confusión , miedo, todo lo que alguien de su edad no debía sentir. Pasaron varios minutos para que Eddward se tranquilizarla un poco.

-Ya no llores mi niño, ven salgamos de aquí.- Lo tomo por la cintura y lo cargo, cubriéndolo con una toalla. Se dirigieron a lo que era la habitación de Grettel.-Tenemos que hacer varios arreglos para que puedas dormir aquí conmigo.- Decía mientras colocaba a Edd en la cama.

-Gracias por todo Grettel, por la comida, el agua, por curar mis heridas... y también salvar mi vida.- decía con la garganta un poco cerrada.

-Eres tan dulce. No tienes por qué agradecer, jamás dejaría a un pequeño con gente tan despreciable como lo son esos guardias.- Decía mientras secaba el cabello del menor, teniendo cuidado con su herida.- Y de nuevo lo siento por haberte echo recordar.

-De echo, gracias por escucharme y abrazarme.- Decía un poco cabizbajo pero tratando de ya no llorar.-Necesitaba sentir el calor de alguien, pero ahora mejor hablemos de otra cosa, ya no quiero recordar.

-Claro que si.- recorrió con los dedos el cabello húmedo de Eddward.- Pero también tengo que buscarte algo de ropa, creo que tengo algo por aquí.- Se alejo de él y se dispuso a buscar.

-Oye Grettel, habías dicho que te recordaba a alguien. ¿A quien?

-Ho, cierto.- Respondió mientras seguía buscando.- Me recordaste a un antiguo mensajero, un pillo mensajero .- rio tapándose la boca.- Me recuerda tanto a ti, solo que tú estás en… pequeñito.

-¿Por qué pillo?- Pregunto divertido Eddawrd.

-Esto es por qué se escapó con una princesa. ¡Aquí están!- exclamó más para ella. Sacando las prendas que buscaba, por todos lados, eran unos pantalones marrones, una camisa blanca y un chaleco negro.-Ten pruébatelos.- se los estiró y siguió buscando entre los cajones.

Eddward se empezó a vestir con las prendas que la mujer le dio, a decir verdad las prendas le quedaban un poco grandes.- ¿Y como es que paso todo eso?.

-Fue hace ya bastante tiempo, para ese entonces yo no vivía en este reino, yo servía a una pareja de Duques. Un día recibieron una invitación por medio de el mensajero real, un pillo mensajero real.-Rio un poco.- Ellos aceptaron dicha invitación, era para un baile, el motivo; presentar al heredero a la corona. Después de eso se hizo un arreglo, la hija de los Duques se casaría con el hijo del entonces rey. ¡Ho mira pruébatelo!

PendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora