Ver más allá

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VI



Se escuchaban las campanas del ocaso, otro día igual de mortificado, su platinado cabello caía sobre su rostro y sus ojos miel se veían muy cansados, lo único que quería era llegar a descansar. Aunque de nada serviría, ya llevaba noches sin poder dormir bien, la conversación con Grettel lo tenía muy sorprendido, tal vez lo sabía desde el principio pero no pudo dar coherencia a lo que sucedió aquella noche en el intento de invasión a Cavalon, todo sucedió tan rápido que no pudo asimilar bien las cosas, pero sospechaba de algo raro, el comportamiento del rey fue tan poco usual en aquella madrugada…

-Retirada, ¿Qué no escucharon?-  Dijo con furia el rey.

-¿Pero que sucede majestad?, solo lo estamos protegiendo.- Alfonz trato de hablar con el.

-No necesito nada, por fin encontré lo que buscaba.- Tenía una mirada desconectada del mundo, en la cual solo reflejaba odio.

El hombre de cabellos platinados, miro lo que observaba el rey, era un hombre que tenía una flecha en el pecho, “¿Cómo diablos sigue vivo?”, Se preguntaba, ya que la flecha era lo de menos, su rostro estaba desfigurado, claramente fue por recibir puño, tras puño. era difícil reconocerlo por la hinchazón y los moretones, pero ese rostro ya lo había visto antes, “¿Pero en dónde?”, De repente una imagen cruzo por su mente.

-¿Ese es el…

No pudo terminar la pregunta ya que fue interrumpido.- ¿De que mierda hablas?, No lo conoces es solo un pueblerino  altanero. Retirarte.- iba a cumplir la orden pero antes de que se fuera lo detuvo nuevamente el hombre.- ¡Hey!, Deja aquí al prisionero, lánzalo al suelo.

Así lo hizo y se marchó a toda velocidad, ya que no quería tener problemas, paso un rato y el rey no regresaba, se empezó a preocupar, justo cuando iba a ir a buscarlo, lo vio acercarse con el azabache desmayado sobre su caballo.-Ya viene, vámonos.- Grito a los únicos hombres que se quedaron con el.

-¡Alfonz, cuida a tu hijo, de nuevo estuvo molestando a las personas en el pueblo.

Una voz lo trajo al presente, provenía de un sujeto grande, muy robusto que sostenía a un chico, con unos ojos color miel y un peculiar cabello verdoso. Este solo le dio un risa nerviosa encogiéndose de hombros.

-Lo siento.- Se disculpo Alfonz con el hombre sobándose las cienes.- Y evita el sermón, estoy arto de todo, mañana me dices cuánto es de todo lo que destrozo.- dijo con voz ronca dando la vuelta y retirándose de ahí.

-Pues educa a tu maldito demonio si no quieres sermones.- Aventó al chico al suelo, dio un gruñido y se retiró enojado. El pobre peliesmeralda se cayó de espaldas, se levantó lo más rápido que pudo, sobando la parte baja de su espalda y corrió con su padre el cual se dirigía a casa.

-Ya no sé que hacer contigo de verdad, siempre dices que te portaras bien y siempre haces cosas que me salen demasiado caro pagar.- Dijo en cuanto cerró la puerta de la casa.

-No empieces, tienes el suficiente dinero para pagar esas cosas rotas y hasta más.

-Ese no es el punto, el punto es que te debes comportar como el joven que eres, ya no eres un niño.- Alzó la voz

-¿Y que harás?, ¿Me enviaras con las monjas?.- Se cruzó de brazos el menor.

-Ya estoy arto – Empezó a gritar.- No quería llegar a esto, pero a partir de mañana empezarás como aprendiz de caballero, así podré cuidarte de cerca.

-Ni lo sueñes, no iré ahí a estar bajo el sol y pelear con...

-¿Con que?, ¿He?.- alzó la ceja.- Cuida tus palabras, que soy uno de los que intestas ofender. Y ya está decidido, no está a discusión, mañana te irás conmigo, así que ve a dormir que saldremos al primer canto del gallo.

-¿Qué?, ¡Nadie está despierto a esa hora!

-Lo se, lo hago a diario, ahora ve a dormir.- dijo molesto pero ya calmado.

-Pero no he cenado.- se sorprendió de la respuesta de su padre, normalmente discuten por horas pero ahora solo lo mando a dormir.

-Mañana comerás, ahora… solo…- dio un suspiro y negó con la cabeza aventando su mano, para indicar que lo dejara solo.- Por favor Nathan…

Ya había pasado un tiempo de que el gallo había cantado, Eddward se encontraba en el rio como era de costumbre. “He terminado como todos los anteriores, ahora que hago, ¿Esperar la muerte?, No, las cosas no deben ser así, si estoy aquí es por Grettel y se lo debo, a demás se pondría triste si algo me pasará, debo ser lo más fuerte que pueda y si he de morir me llevaré a la tumba a todos los que me sea posible”.

-¡Hey!, Un poco más hondo y te ahogas.- Se burlo Kevin.-  ¿En que piensas?

-Saludos Kevin.- se giró para ver a su amigo.- Al parecer ya no tendré privacidad por las mañanas, ¿Qué te trae por aquí? 

-Nada en especial, solo quería empezar fresco el día, para aguantar el entrenamiento y creo que tú peculiar rutina me puede servir.- Explico mientras se desvestía y entraba al agua.- Ahora dime en qué pensabas.

-¿Yo?, Este, pues en que… Terminando le iré ayudar a Grettel.- Desvío la mirada rápido y se echó agua en la cara, para no seguir dándole la cara al pelinaranja.

-Muy gracioso Edd, pero no sabes mentir, ya dime la verdad.- le aventó un poco de agua y rio.

-Por supuesto que te diré la verdad, pero si al igual tú me dices la tuya, ¿Ahora por qué discutieron tu padre y tú?- Alzo una ceja y se cruzó de brazos.

-¿Qu-Que?, ¿Cómo lo sabes?- Quitó la sonrisa de triunfo que tenía, y miro atento al azabache.

-Tengo dos razones, la primera, te conozco bien.- Levantó un dedo.- y la segunda.- Levantó otro dedo.- Recuerda que tú hermano y yo somos los que te damos las ideas para que le mientas a tu padre y no te regañe. Así que tú listado de mentiras me lo sé de memoria.- Rio de forma burlona.

-Bueno, dejémoslo en que nos conocemos bien tonto.- Hundió la cabeza del menor en el agua.

-¡Kevin!- Salió del agua quitándose el agua de los ojos.- Esta bien dejémoslo en que nos conocemos.- se volvió a reír.- Ahora si, dime que discutiste con tu padre.

-Fue ayer en la noche…

-¿Y ya pensantes en que reinos invitarás para tu baile de presentación?- Pregunto su padre mientras bebía un poco de vino.

-No, de echo no quiero un baile para mí cumpleaños.- Dijo Kevin apretando los puños para darse valor. Su hermano solo levantó la cara para verlo como espantado. Sabía a dónde se dirigía está conversación.

-No tiene que ser un baile, tan solo un banquete.-Su padre bajo la copa en la mesa y lo miro fijo.

-En general, me refiero a que no quiero nada de esas cosas, no pienso que sea la edad talvez en tres años.- Su mirada era decidida, pero por dentro estaba nervioso, a tal grado que se mordía  el labio inferior por dentro de la boca para que su padre no se diera cuenta.

La expresión del mayor que era completamente indiferente ahora se encontraba en un color rojo con las venas de la frente casi a reventar.-¡Me importa un maldito grano de sal lo que pienses!, Tienes un gran compromiso con este reino. Yo hice grandes sacrificios, como para que un hijo caprichudo y mal agradecido, tire todo lo que he levantado.

-Papá, a lo que Kevin se ref…- Trato de Hablar el menor de los hermanos, para defender a Kevin pero fue inútil.

-¡Tu cállate!- Se paró de su asiento y señaló a Kev.-¡Tu eres uno de ellos!, el más grande.

-¡No le hables así!- Se levantó Kevin al instante.

-¡Entonces deja de comportarte como un malagradecido!, ¿Sabes cuántas rutas de comercio se abren por este tipos de fiestas?, ¿Cuánta expansión económica se libera?

-Si y todas ellas finalizan con un matrimonio arreglado, si me voy a casar quiero que sea con alguien que al menos conozca, no una extraña la cual haré sufrir de la misma manera.

-¿De que idioteces estás hablando?- Pego fuertemente con un puño en la mesa.-¡Yo a tu madre …- se callo, dándose cuenta de lo que decía, se quedó viendo al menor de los pelinaranjas por unos instantes.- ¡Aaaaagh!- Grito y aventó contra la pared la copa de plata de la cual bebía y se dirigió con sonoros pasos hacia su habitación.

-Seguimos cenando mi hermano y yo, pero en silencio, creo que ninguno se esperaba esa reacción por parte de nuestro padre. Termino de contar el pelinaranja, mirando su reflejo en el agua.

-Si que se puso furioso, ¿Crees que siga con el plan de querer hacerte un baile después de eso?

-Es más que seguro, nunca he visto que acepte un no como respuesta.- se hundió en el gua y salió agitándose.- Pero bueno, ahora dime tú, qué te tiene tan preocupado.

-Pues, esto de los entrenamientos. Sé que tú padre tiene está costumbre. ¿Pero porque hasta ahora?, ¿Querrá acabar con mi vida?, ¿Cuánto tiempo me queda de esta?, ¿A dónde me mandará a morir?- Empezó a temblar y respirar agitadamente, lágrimas querían escapar, coloco una mano sobre su cabeza  jalo un mechón de cabello fuertemente y agachó la mirada para que Kevin no lo viera.

-¡Hey!, ¡Hey!, Tranquilo.- le coloco una mano sobre el hombro y lo tomo de la barbilla para que lo mirara a los ojos.- No dejaré que eso suceda, estamos entrando juntos y juntos nos haremos fuertes, yo te protejo la espalda y tú proteges la mía. ¿De acuerdo?

Lo miro fijo a los ojos, estos estaban húmedos pero ya no por el agua del río, sino de lágrimas, cosa que el pelinaranja nunca había notado o visto. Ya conocía parte del la historia de Eddward, pero nunca lo vio llorar y ahora que lo pensaba el trato de ocultar las lágrimas de el. Si bien recordaba, el pequeño tenía estás acciones muy seguido. “¿Así que… Siempre llora y yo no me doy cuenta?”, se pregunto así mismo. Este pensamiento lo hacía perderse más en aquellos ojos azules, que por alguna razón ya no podía dejar de ver.

-De-de acuerdo .- Le respondió igual viendo atento al pelinaranja. Aquellas palabras lo tranquilizaron, pero lo hizo más aún aquella mirada verde que no lo dejaba de ver.- Cre-Creo, debemos irnos, no tardará mucho Sir. Alfonz en llegar.- Apenas pudo hablar, el chico de ojos azules.

Esto igual saco al pelinaranja de sus pensamientos.- Tienes razón, hay que apurarnos.- le dijo sonriendo y parándose para salir por su toalla. Eddward hizo lo mismo y fue por la suya, ambos chicos solo se vestían lo más rápido que podían, no por el entrenamiento, si no por una vergüenza que los invadía, “Pero ¿Por que?, Si ya habíamos echo esto antes”, se preguntaban ambos.

Se fueron a la cocina, hablaban de diferentes cosas, tratando de no caer en el silencio, sentían que este los haría caer en una incomoda situación, como la que sucedió hace un rato.

- ¡Ho!, Mira aquí están, que madrugadores.-  Dijo Alfonz en cuanto abrieron la puerta, no estaba solo, a su lado  se encontraba un chico sentado en una pose despreocupada.

-Sir. Alfonz, buenos días. ¿Qué lo trae a la cocina?, No me mal entienda, pero es raro que este por aquí.- Dijo Kevin

-Buenos días.- Saludo Eddward, un tanto seco, pero no cayendo en lo descortés, lo hacía más por el chico al cual no conocía.

-Buenos días a ambos y antes que nada les presento a mi hijo Nathan Goldberg a partir de hoy comenzará a entrenar con nosotros.- El mencionado se levantó y estrecho la mano del pelinaranja y después la del azabache.

-Un gusto.-Apenas pudo decir, colocando su puño de lado contra su boca cubriendo está, ya que se estaba comiendo. Los jóvenes simplemente devolvieron el cumplido.

-Y como puede ver, joven Kevin, me encuentro aquí, por qué mi hijo tenía un poco de hambre, supongo ustedes vienen igual comer, ¿Cierto?

-Provecho Nathan.- Dijo Eddward viendo al chico, que solo asistió.- Y lo siento, yo me retiro, estoy buscando a Grettel.- Dio media vuelta para ir a la puerta.

Kevin lo volteo a ver, un poco confundido, si realmente a eso venían. “¿Por qué se quiere ir? Y lo más importante, ¿Por qué su cambio de actitud?

-No te preocupes Eddward, ella se encontraba aquí, solo salió un momento ya regresa, mejor toma asiento y espérala aquí.- Le dijo Alfonz, que había notado la incomodidad de Eddward.

Sabía, que el azabache lo evitaba lo más que podía y también sabía el porque de sus acciones, pero si era cierto las sospechas de Grettel, el debía tener una plática con el. Y por más que deseaba que no fuera así, cada día que pasaba se parecía más Leandro y como negar que esos ojos los había heredado de Deneve.

-Si Eddward, espérala aquí.- Kevin se acercó a él y lo detuvo tomándolo del hombro.

Edd se giró un poco molesto.- Está bien la esperaré.- fingió una sonrisa a Kevin y tomo asiento, un tanto irritado.

El pelinaranja se dio cuenta de esto, pero no le molestó, si no más bien lo hizo volver a sus pensamientos, “Realmente tiene algo en contra de Alfonz, ¿Pero que rayos?, si hace solo ocho meses se conocieron”. La tención prácticamente se podía tocar, el ambiente era pesado y el silencio sofocante.

-Que platica tan interesante, me gustaría seguir en ella, pero se ve que platican mejor entre ustedes a sí que adiós.- Hablo Nathan, el cual arto de la incomodidad presente en el lugar, se levantó y se dirigió a la puerta.

-Nathan…- Dijo molesto Alfonz.

-De verdad, insisto.- abrió la puerta , pero no logro salir se topo con Grettel que iba entrando en ese momento con una canasta llena de manzanas.

-¡Hay! Lo siento querido, no te vi.- se rio y le alboroto el cabello.- Ven ya traje las manzanas, come una Nathan.

-¡Estupendo!.- tomo una manzana de la canasta.- Muchas gracias señorita Grettel.- se volvió a sentar en una silla a comer la manzana trozo por trozo con una navaja que llevaba con el.

-No es nada Nathan. ¿Alguien más quiere?- estiró la canasta para que pudieran tomar los frutos de esta. Kevin y Edd tomaron una agradeciendo la hospitalidad de la mujer.

-Yo no Grettel, muchas gracias.- negó educadamente, Alfonz.- Pero, creo que es tiempo de tener esa plática con ya sabes quién…- La miro fijo.

-No es tiempo aún, todavía no estoy segura si es verdad o no.- contesto mientras ponía la canasta en la mesa.

-¡Por favor Grettel!, No hay peor ciego que el que no quiere ver. Mira su cara y dime qué no es la viva imagen de el.- dijo extendiendo su palma señalando a Eddward.

-¡Cállate!, Solo es una coincidencia.- dijo exaltada.- Además, no es lugar, vamos a fuera y lo discutiremos.

-Esperen, ¿De qué hablan?.- Se levantó el azabache.

-Por ahora de nada, en un momento regresamos y te explicaremos .- Alfonz lo volvió a sentar empujando su hombro hacia abajo.

-Tiene razón, en un momento regresamos pequeño.- Le dio un beso en la frente y salió de la cocina junto Alfonz.









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