•Una tarde de amor•

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Uenoyama llegó a la casa de Mafuyu con una sonrisa enorme y un girasol en la mano

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Uenoyama llegó a la casa de Mafuyu con una sonrisa enorme y un girasol en la mano.

Fue un poco vergonzoso comprarla ya que la encargada le dedicó una mirada picara pero imaginar la sonrisa que pondría Mafuyu lo valía todo.

Tocó el timbre y la puerta fue inmediatamente abierta por el omega pelinaranaja quien le sonrió en grande cuando lo vio.

—Buenos días Uenoyama-kun.

—Buenos días  Mafuyu—el alfa se inclina y deja un pequeño beso en su mejilla—Estás muy lindo.

El omega se sonroja y se pasa un mechón de cabello tras su oreja—Oh, ¿de verdad?

—De verdad—Uenoyama le extiende el girasol—Para ti.

—Muchas gracias, es hermosa—Mafuyu toma la flor y la lleva a su nariz para olerla—No debiste, Uenoyama-kun.

—Solo quería darte algo, no es mucho pero espero que te guste.

—Me encanta—Mafuyu lo toma del hombro y le deja un beso en la mejilla—¿Quieres pasar un minuto mientras pongo la flor en el agua?

—Seguro.

Uenoyma entra a la casa y cierra  la puerta detrás de su espalda para después encaminarse a la sala mientras Mafuyu va a la cocina.

—¡Papá!—Eiji al verlo entrar a la sala dejó sus cubos de juguete y corrió hacia él con los brazos extendidos.

—Hola, bebé—Uenoyama se inclinó y levantó del suelo al niño para darle muchos besos en la mejilla—¿Cómo estás, campeón? ¿Me extrañaste?

—Shi, papá.

—Yo también te extrañe, bebé.

—¿Están listos?—pregunta Mafuyu entrado a la estancia mientras se coloca la chaqueta.

—¡Shi!—exclama Eiji levantando ambos brazos.

—Muy listos—secunda el alfa.

—Entonces vamos. 

[•••]

Uenoyama llevó a Mafuyu y a Eiji a la feria que estaba en el centro donde primero almorzaron para después recorrer el lugar.

Se subieron a varios juegos de niños para Eiji, fueron a un pequeño show de personajes de caricaturas y pasaron también por los juegos de destreza donde Uenoyma, hábilmente ganó un peluche de oso panda para Eiji y compró un llavero en forma de guitarra para Mafuyu.

Todos se estaban divirtiendo mucho y estaban disfrutando al máximo la feria.

Cuando la tarde cayó Eiji se quedó dormido en los brazos de Mafuyu y, como la última vez, Uenoyama se ofreció a cargarlo.

—Eiji te agrada mucho ¿verdad?—pregunta con una sonrisa viendo como su bebé se acurruca en el cuello de alfa.

—Sí, es un niño precioso—admite Uenoyama.

Primavera//Given Donde viven las historias. Descúbrelo ahora