Ellie
—Y por último... —dijo la chica que nos guiaba en los dormitorios, mientras leía algo en su planilla—. Meghan Green y Ellie Adkins —nos nombró a las dos últimas chicas que estábamos en la habitación—. Aquí están sus llaves y su silbato anti-violación —añadió, entregándonos ambas cosas—. Está demás decir que está prohibido que los chicos se queden a dormir en sus habitaciones. No tengo más que hacer que darles la bienvenida a Ridgewood University, escogieron una buena casa de estudio —sentenció, esbozando una sonrisa a ambas y saliendo del edificio.
Acomodé mis lentes que usaba debido a mis problemas de visión, agarré mi equipaje y caminé hacia el ascensor siendo seguida por Meghan, quien se adelantó y presionó el botón para que él viniese.
Liberé un sonoro suspiro—. Ya es suficientemente malo tener que compartir habitación contigo, ¿También debemos compartir un ascensor? —cuestioné, cruzando mis brazos sobre mi pecho sin despegar la mirada del ascensor.
—Ya compartimos un novio cariño, ¿Qué tanto puede hacer un ascensor? —escupió Meghan.
Blanquee mis ojos con fastidio y resople un mechón rubio de mi frente—. ¿Llamas novio a alguien con quien tuviste sexo y saliste un par de semanas sólo para joderme la vida? —cuestioné.
Miré de reojo que Meghan esbozó una sonrisa con aires de superioridad—. Sí lo hice, ¿Y qué?
—Él me quería Meghan —espeté.
—Él quería las notas que gracias a ti podía conseguir —escupió ella—. ¿Realmente crees que alguien como Jason saldría con alguien como tú?
Me encogí de hombros y guardé silencio. Las puertas del ascensor se abrieron, por lo que nos metimos en él.
—Lo único que te agradezco es que me hayas dicho que te acostaste con él —dije finalmente, mientras el ascensor subía.
—Darling, fue un placer destruir tu relación —dijo, jugando con su oscuro cabello y con sonrisa ganadora.
—Más bien me salvaste de que Jason me pegara tu clamidia, gonorrea, ¿VIH tal vez? —Dije, esbozando una sonrisa de suficiencia—. Con una zorra de tu talla nunca se sabe.
Meghan gesticuló algo pero no lo dijo.
¿Realmente había dejado sin palabras a la gran Meghan Green?
Las puertas del ascensor se abrieron ante nosotras, por lo que caminé fuera de él y busqué en el pasillo nuestra habitación, hasta que me detuve frente a una puerta blanca e introduje mi llave en ella.
— ¿Quién te crees para hablarme así? —cuestionó ella, cruzándose de brazos, poniendo sus maletas sobre la cama de la izquierda
—Ellie Adkins, mucho gusto —dije, con aires de victoria—. Y soy tu Roomie —añadí, abriendo mi maleta sobre la cama
— ¿Captaste la pregunta? Creo que no me di a entender —dijo Meghan, cerrando mi maleta.
—La lenta de las dos eres tú —dije, reabriendo mi equipaje—. Ni siquiera sé cómo has entrado aquí.
—La gente bonita y adinerada como yo no necesitamos intelecto, tenemos todo el mundo a nuestros pies —dijo ella, sentándose en su cama y esbozando una sonrisa de suficiencia—. La plebe como tú son los que tienen que hacerse camino en el mundo, nosotros tenemos un futuro escrito —añadió, levantándose y agarrándome de los hombros hasta posicionarme frente a un espejo que había en la puerta del armario—. Sólo mírate, tu asqueroso cabello rubio, tus marcadas ojeras, tus uñas comidas y este feo suéter que vistes para parecer "interesante"