¿Listo para hablar?

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Era un tranquilo y emocionante día en la ciudad. Era el día perfecto para pasar una agradable tarde en familia haciendo alguna actividad al aire libre, o al menos así le parecía al señor Héctor Velázquez, quien se encontraba extrañamente entusiasmado por contarle a su hijo, Oliver, lo sucedido con cierto... "ser mágico" que se encontraba a su lado, esperando que el señor Velázquez terminara su llamada para poder salir de aquel estacionamiento y poder reunirse con Oliver.

—Oli. No vas a creer con quien hablé —comentó el señor Velázquez antes de reír con algo de alegría.

—¿De que hablas, papá? ¿Donde estás? —preguntó Oliver del otro lado del teléfono.

—No vas a creerme, tienes que verlo, estoy —el señor Velázquez dejo de hablar cuando sintió un repentino cambio en la brisa otoñal. Era un viento diferente, uno helado, una extraña brisa que parecía  afectarle solo a él, causándole un escalofrío y llamando la atención de Rhydian, su mágico compañero —¿Que diablos es eso? —preguntó con confusión al ver a una peculiar criatura emerger del suelo del estacionamiento de manera aterradora y lenta. Era una criatura extraña. Era como ver a un fantasma enorme cubierto por lo que parecía una tela gris que le daba la forma de un típico fantasma de caricatura ochentera, no parecía tener rostro, pero de la extraña tela sobresalían enormes manos grises. La criatura causaba temor con solo su presencia.

—Un espectro —comentó Rhydian al verlo acercarse al señor Velázquez —Pero... no es posible.

—Héctor Velázquez —la ronca y susurrante voz de la criatura hizo temblar un poco al señor Velázquez, quien de inmediato trato de alejarse, provocando que la criatura apareciera Justo frente a él.

—No ¡Espera! —imploró antes de que la criatura introdujera violentamente su mano dentro de su pecho, como si este se tratara solo de una masa moldeable fácil de atravesar.
El señor Velázquez se quejó, pero no pudo hacer nada más, era incapaz de moverse, solo podía observar.

—Oye, Déjalo en paz —advirtió Rhydian antes de usar su magia con la criatura para hacerlo desaparecer, sin embargo, la criatura continuaba ahí como si nada. La magia de Rhydian no había surtido efecto, así que decidió intervenir a la antigua, lanzándose sobre aquella criatura, para alejarlo del señor Velázquez, terminando rápidamente vencido por aquella imponente bestia, quien, después de someter a Rhydian usando una extraña magia que lo mantenía arrodillado, se concentró en el señor Velázquez.

La criatura terminó sacando su mano violentamente del pecho del señor Velázquez, mostrándole un objeto viscoso y brillante que había sacado de él. El curioso objeto de forma casi circular era el alma de Héctor Velázquez.

—Como ordene —dijo con esa susurrante voz antes de poner el alma en alto y comenzar a estrujarla lentamente, provocando que el señor Velázquez se desmayara por el extraño dolor que comenzaba a surgir en su pecho.

— Un espectro —esa intimidante y elegante voz llamó la atención de la criatura provocando que se detuviera.

—¿Kris? —logró decir Rhydian, mientras trataba de ponerse de pie sin éxito.

—No, en esta ocasión respondo a otro  nombre, Rhydian —la voz de Kristopher se escuchaba cerca pero ninguno podía verlo.
La criatura liberó a Rhydian de su magia al escuchar un chasquido cerca de su oreja —Soy el espectro asesino —le susurró al oído de la criatura, haciéndolo retroceder con notorio terror.

—¿Qué? No... tú... no, no, no —la criatura parecía confundida y nerviosa, lo que era impropio de una bestia así —Como ordene —susurro antes de desaparecer como si nada.

—Que peculiar —mencionó Kristopher.

—¿Qué hacia un espectro aquí? —preguntó Rhydian poniéndose de pie y tronándose el cuello.

Rhydian y el ladrón de almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora