La corona

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—Bueno... los dejaré solos —dijo Dolores dejando esas dos lindas tazas sobre la mesa y retirándose de la cocina.

—Que amable —dijo Oliver tratando de no sonar grosero —En el libro no la describes así.

—Es cosa de perspectiva —dijo Lily tratando de tomar su chocolate caliente en paz —Ahora me agrada, pero... no tanto, así como tu.

—¿No te agrado tanto? —fingir estar ofendido.

—Eres un buen chico, pero la verdad no te conozco mucho, y como que me parece irritante tu manera educada de ser, es como si una anciana viviera dentro de ti.

—Estas loca —dijo antes de darle un sorbo a chocolate con delicadeza.

—¿Lo ves? Estas levantando el meñique y lo sostienes como si se fuera a romper —le menciono Lily mientras lo señalaba. De inmediato el joven miró su mano y de inmediato notó que efectivamente su dedo meñique estaba levantado, por esa razón dejo la taza donde estaba y la hizo a un lado.

—Es que... mis manos son grandes, levanto el dedo por comodidad —se defendió Oliver tratando de no balbucear —Y aunque levantara el meñique ¿Eso que? no significa que soy una anciana.

—Tu cuarto siempre esta recogido, tu padre no ha estado en casa en días y tu casa esta reluciente, y te he visto escribir en una silla mecedora junto a una ventana.

—¿Y eso que? Espera ¿Haz estado en mi cuarto?

—Ah... olvida eso —dijo tratando de cambiar de tema —El punto es que me agradarías más si no fueras... pues tan educado, tradicionalista, no sé.

—¿Ah si? Pues tu me caerías mucho mejor si no fueras tan... tan... rara, y no hablo de tu forma de vestir ni del hecho de que compras pócimas para asustar alumnos, en realidad eso me parece interesante. Me refiero a que siempre crees que dices lo que piensas y actúas como si todo el mundo supiera o debiera saber lo que pasa por tu cabeza, y cuando te das cuenta de que nadie sabe lo que te pasa te enojas, pero en vez de simplemente decir lo que tienes tratas de confundir a la persona, como si te divirtiera confundirlos de manera perversa.

—No me interesa si te caigo bien o no —dijo Lily sonriendo.

—Eso dices, pero estoy seguro de que piensas otra cosa —dijo Oliver.

—Como digas.

—Espera —dijo Oliver mientras comenzaba a recordar —Era una mujer.

—¿Qué? ¿A que viene eso?

 —Ah... es que casi lo olvido y mi... mente lo recordó de repente. La persona que tiene el medallón es una mujer.

—Si ¿Y? —comento Lily.

—Es... interesante —le dijo —¿Por qué el espectro estaba en casa de mi padre? —dijo Oliver, pero claramente no hablaba con Lily.

—Debiste preguntarle —dijo Lily tratando de pensar en otra cosa.

—Creo que debo hablar con Veronica —dijo poniéndose de pie dispuesto a irse.

—¿Con quien?

—Mi madre —aclaro.

—Ah —dijo con algo de tristeza —¿Para que?

—Tengo una corazonada —dijo Oliver tratando de armar un pequeño rompecabezas en su cabeza.

—No, espera ¿Y yo que hago? —pregunto parándose igual.

—Quedate aquí.

—¿Por?

Rhydian y el ladrón de almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora