Alma

59 15 3
                                    

Una desarreglada mujer de cabellos azules y piel pálida, salió del baño, sonrió de manera alegre al ver a Oliver —Mi amor —lo llamó antes de intentar abrazarlo, terriblemente, Oliver se alejó tratando de no tener contacto con ella —¿Qué te pasa? ¿No extrañas a tu Madre?

—Veronica, te tienes que ir —le dijo Oliver con algo de nervios, pues nunca le había hablado a su madre de esa forma, o al menos no en su presencia.

—Si, si, es verdad, tengo que ir, ya no quiero ensuciar el hermoso y reluciente piso de tu padre con mis zapatos mugrientos, si... ya me iré —comentó Veronica haciéndose la sufrida, provocando que Oliver rodara los ojos, mientras pensaba
"No seré manipulado por dos mujeres el mismo día, gracias"

—Ok, abriré la puerta —dijo Oliver invitando a su madre a irse de una vez.

—Ok —dijo de manera triste antes de acercarse a la puerta y cerrarla de un empujón —No, no, no. No me iré de aquí sin ti, Oliver —su humor cambio de repente, asustando un poco al joven, quien, aunque recordaba muy bien cómo se ponía su madre con sus "sustancias extrañas" le temía cuando se ponía de ese modo —Vine por ti, tienes que venir conmigo, no, tienes que regresar conmigo, te necesito —comenzó a decirle mientras agarraba el cuello su camisa para tratar de acercarlo a ella.

—Suéltame —pidió tratando de alejarla, pero el agarre de aquella mujer era más fuerte de lo que parecía.

—Por favor, por favor. Quiero a mi pequeño Oli de vuelta, la casa está tan sola sin ti, y... temo que tú padre te vuelva a arriesgar en uno de sus estúpidos casos, porque si algo te pasa yo me muero. No estás seguro con ese asquerosos hombre.

—No hables así de él —dijo tratando de mostrar autoridad, aunque la mirada fría y casi furiosa de su madre le quitaba algo de valor.

—Lo amas sin razón, lo tienes en un pedestal como si fuera un santo ¿Y a mi que? Te llena la cabeza con... horrendas historias donde yo soy la villana ¿Por qué deberías creerle? Soy tu Madre, yo te amo, y quiero creer que tú me amas a mi —dijo con lagrimas de cocodrilo en sus ojos mientras acariciaba el cabello de Oliver, permitiendo que el joven finalmente la alejara de él.

—No hagas eso —le pidió —No me hagas eso —trató de no llorar, pues las palabras y lágrimas de su Madre le causaban empatía —Tu no me extrañas, y no te importa si te amo o no, solo quieres que regrese contigo para poder seguir drogándote sin preocuparte por la comida, los pagos de luz y todo aquello que implique responsabilidad.

—Te necesito, tienes mucha razón, te necesito, por favor regresa conmigo, no quiero que mueras por ese hombre.

—¿De qué hablas? —quiso saber al notar ese extraño tono en su voz, como si genuinamente estuviera preocupada, como si supiera algo que él no.

—No lo sé —confesó antes de soltar en llanto y retroceder tres pasos de Oliver, como si tuviera miedo, aunque su cara reflejaba más confusión que eso —Por favor, ven conmigo, Oliver, por favor —rogó mientras le ofrecía su mano.

—No —respondió firmemente —No puedo.

Al escuchar eso, la madre oscureció su rostro, llenándolo de una visible decepción e ira silenciosa —Estoy limpia por ti, quería... quería protegerte de él —dijo Veronica conteniendo su enorme ira creciente —Cambiarás de opinión, cambiarás de opinion —comenzó a decir antes de retirarse de la casa volviendo a azotar la puerta.

—"Estoy limpia" si, como no —comentó Oliver antes de cerrar la puerta con seguro, apagar las luces de la sala y tratar de dormir sin pensar en la condición de su padre.

Mientras tanto, en una casa situada en la parte digámosle "baja" de la ciudad se encontraba el pequeño Tomás apenas cenando al lado de su tía materna, Jaquelín, o como el la conocía, la Tía Jacky.

Rhydian y el ladrón de almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora