O4 | Sebastián Michaelis (+18)

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Llama mi nombre una vez más, estoy parado bajo la luz congelada, pero caminaré paso a paso hacia ti.

El lugar se sentía caliente, los gemidos salían de la chica una y otra vez mientras el mayordomo entraba y salia de ella con fuerza en va y ven. No tenían noción del tiempo, habían estado horas haciendo aquella actividad que ya no les importaba si alguien los veía.

____ Phantomhive, la hermana menor del Perro Guardián de la reina, Ciel Phantomhive, estaba teniendo relaciones en su alcoba con su mayordomo, no recordaba como habían sido las cosas, solo sucedió. Aquel demonio había hecho un pacto con los dos hermanos a cambio de venganza.

El mayordomo era alguien ejemplar para la vista de todo el mundo, pues él se encargaba de toda la mansión y de los intrusos que llegaban con malas intenciones, siempre cuidando y protegiendo a sus amos, nadie les creería si les dijeran que mantenía una relación en secreto con la menor de los hermanos, que, para en ese tiempo, la gente lo consideraría algo enfermo y repulsivo.

El día que los conoció, el mayordomo endemoniado pensó que serían un dolor en trasero, pero le resultó todo lo contrario con la joven, ella era dócil, pero al mismo tiempo peligrosa, era arisca con las personas a su alrededor, menos con su hermano, llegando a cautivar al azabache.

Le fue muy difícil al mayordomo que la joven fuera así con él, pero con el tiempo que pasaban le fue ayudando y enseñando todo que sabia para poder ser un buen mayordomo y que no hiciera enojar al hermano mayor.

Hasta que un día, la joven no pudo resistir más y cayo en las garras del demonio, llevándola a los momentos de lujuria con él cuando su hermano estaba muy ocupado o salia, como en uno de estos.

Sebastián recorría el cuerpo de su ama de arriba a abajo llegando a los, apenas desarrollados, senos de esta, amasándolos y acariciándolos a su favor. Se fue inclinando poco a poco a los labios de su amada sellando sus labios y envolviendo sus lenguas como el un beso francés, de ahí fue bajando hasta su oído mordiendo su lóbulo, de ahí al cuello dejado manchas rojas que luego se convertirían en unos moretones violáceos y por último llegando a sus senos donde mordisqueo y lamió a su gusto causando gemidos en su pajera.

- Se-Sebastián - gimió ella - Más, quiero más

El mayordomo, excitado por las palabras de su ama, comenzó a moverse más y más rápido a una velocidad casi inhumana.

- Yes, My Lady -

Los gritos de su señorita no se hicieron esperas, sus senos rebotaban y su cabellos se esparcían entre las alomadas, mientras que con una mano jalaba el cabello azabache del mayordomo, con la otra se aferraba a su espalda dejando las marcas de sus unas en ella, pero eso solo hacia excitar más y más a aquel ser.

Agarrando a su señorita con fuerza, cambio de posición quedando ella en una posición de perrito, rápidamente, el hombre volvió a introducir su intimidad en la de ella en un va y ven descomunal, las estocadas eran firmes y duras, la señorita, que parecía que en algún momento iba a partirse en dos, no pudo evitar gemir el nombre del mayordomo pidiendo por más mientras apretaba las blancas sabanas.

Sebastián sintió la intimidad de la señorita presionaba cada vez más su miembro anunciando de que estaba llegando el orgasmo, rápidamente el mayordomo dio las ultimas estocada haciendo que los dos alcanzaran el clímax en un sonoro gemido cayendo exhaustos a la cama con sus pechos subiendo y bajando debido a su agitada respiración.

- Estuviste grandioso Sebastián - Dijo ella mientras lo abrazaba

- Le agradezco señorita, ¿Pero que tal le parece si vamos por la segunda ronda? - Sonrió él

- ¿Eh? -

- Esto aún no ha acabado mi señora -





















Mientras, en otro lado:

El azabache azulado chistó - Esos dos nunca se cansan - pensó con molestia mientras escuchaba los gemidos de la pareja.

Creo que su secreto, no era del todo un secreto.

One Shots || AnimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora