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Capítulo 10

La madre de la chica por su parte observaba fijamente a su hija sin apartarle la mirada y con una expresión de total seriedad mientras secaba sus propias lágrimas.

—Verás mamá, el día que hablé con Damián, él me invitó a acompañarlo a saquear la tienda, pero no me había dicho de cuál se trataba, se me hizo fácil decirle que sí porque estaba enojada por todo lo que está pasando, porque nos quitaron la escuela, el gimnasio y han destruido mi vida social... —argumentaba aunque esta vez no parecía querer justificarse.

—Damián... tenía un concepto muy distinto de ese chico, ahora me doy cuenta que es una mala influencia para ti, además ¿Saquear una tienda?¿En qué demonios estabas pensando hija?¿Acaso no se te han inculcado valores? —reprendió la mujer. Odalis permaneció con la mirada baja.

—Lo siento, es solo que no medí las consecuencias, fui una estúpida —respondió.

—Con respecto al paro de actividades ya habíamos hablado Odalis, incluso lo hablamos con tu padre y según recuerdo estábamos todos de acuerdo que esperaríamos a que esto pasara ¿No es así? —cuestionó.

—Si... —respondió la chica casi en un susurro.

—Encima de todo hiciste todo eso a mis espaldas, provocaste que tú hermano fuera a la calle a arriesgarse solo para querer detenerte y para acabarla perdí el trabajo que tantos años de esfuerzo me costó —dijo girando levemente el rostro mientras una lágrima caía nuevamente sobre sus mejillas.

—Disculpame mamá, en verdad lo siento, quisiera poder regresar el tiempo para arreglar todo lo que hice —dijo la chica rompiendo en llanto al igual que su madre.

—¿Pero sabes? Ahora no es eso lo que me preocupa, pues pese a todo el gerente se tocó el corazón y gracias a él y principalmente a Dios estás de vuelta en casa. Lo que me preocupa realmente es qué ocurrió después de que te llevaron detenida ¿A qué se refería el oficial? —cuestionó inclinándose levemente en su asiento.

—No encuentro la manera de decirlo, porque ni yo misma entendí bien que pasó esa noche, pero intentaré explicarte —decía Odalis para dar inicio a su relato de la noche del arresto.

Recuerdo que cuando llegamos a la delegación, los oficiales nos bajaron uno a uno y fueron preguntando nuestros nombres, todos íbamos esposados, a algunos chicos los jaloneaban y al único que portaba arma se la quitaron apenas entró al lugar.

—¿Cuál es su nombre?

—Odalis Rivas —le respondí. El sujeto tomó nota y me indicó que pasara a tomarme la foto, una oficial me bajó el paliacate que Damián me había prestado antes de llegar al super. Uno por uno fueron pasando a la foto y luego de eso nos mandaron ante el juez.

—Se les acusa de robo en pandilla, intentaron saquear una tienda de autoservicio, dos sujetos lograron darse a la fuga —dijo uno de los oficiales al juez.

—En todo caso giraremos orden de aprehensión contra ellos, el resto quedan detenidos hasta que se levante la denuncia oficial por parte de las autoridades de la tienda —afirmó el juez quien en momentos tosía. El hombre portaba cubrebocas pero cada que hablaba se lo bajaba.

—Exigo hablar con mi abogado —dijo el tipo al que le habían decomisado el arma y quién estaba junto con los dos que según supe escaparon. Recuerdo que uno de ellos me empujó y amenazó a Damián cuando quisimos retractarnos de participar, minutos antes de que entráramos al super.