[ 𝟎𝟏 ; 𝟏𝟕 ]

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La música retumbaba contra las paredes de mi casa, aquellas que albergaban a todos estos cuerpos que se preocupaban de bailar, beber y en general, disfrutar del ambiente que envolvía la fiesta. Esta sí tenía un contexto y era que mañana —cuando sea de madrugadas— es el cumpleaños de Choi Soobin, individuo que estaba en el patio trasero con su novio, haciendo cosas que no me importaban tanto como lo que ha estado rondando por mi cabeza desde que llegó el primer invitado.

Me movía entre la multitud, constantemente revisando que nadie se colara al segundo piso, pero esa vigilancia no traía más que nostalgia a mi corazón, puesto que cada vez que le echaba un vistazo a las escaleras, estas siempre permanecieron vacías, sin mostrar signos de vida del azabache. 

Ya empezaba a convencerme de que Beomgyu no vendría a la fiesta, sin embargo, una sudadera de color rojo se ganó mi completa atención a último minuto. Sabía perfectamente de quien se trataba y lo confirmé cuando se volteó a hablar con una chica a su lado, dándole un vaso con dios sabe qué.

No planeaba acercarme, ni hablarle, ni interesarme en él hoy, pero ya era tarde cuando mis pies se movían solos, chocando con algunas personas que no me detuvieron de mi absurdo impulso de tenerlo más cerca. Hasta que apareció ese sujeto que no recuerdo haber invitado en ningún momento, agarrándolo de la cintura y pegándolo a su cuerpo. 

—Toma —un vaso de me puso enfrente, a lo que, en forma de reflejo, miré al dueño de este —. No te he visto tomar ninguno en lo que va de la noche —acotó el pelirrojo de ojos grandes.

—No se me apetecía —asentí en forma de agradecimiento —. ¿Con quién está Soobin?

—Con Kai, salieron a caminar —respondió, medio moviéndose al compás de la música —. Y... ¿Qué pasa entre tú y mi Gyunnie? —mi boca se entreabrió por la repentina mención del menor.

—¿Huh? Nada, supongo —desvié mi mirada hasta el anteriormente mencionado, pero este ya no estaba ahí, lo que me incitó a buscarlo entre los demás.

—A Jimin le gusta mucho —comentó viendo hacia la nueva ubicación de esos dos —. Y veo bastante factible que Beomgyu le diga que sí... —le dio un sorbo a su vaso, golpeándome con la parte delantera de su mano en el hombro —Sería genial verlo en una relación seria, porque... Él tiene mucho para dar, ¿sabes?

No respondí, solamente me limité en asentir ante las palabras del menor, todavía con mi vista fija en la conversación —inaudible— que esos dos mantenían a la distancia. Era evidente que los ojos con los que el castaño miraba al azabache eran de un chico enamorado, pero los del de sudadera roja, aquellos me rehusaba a interpretarlos, o siquiera mirarlos tanto como lo hice esa infortunada vez en la que coincidimos en una cita doble cuando andaba con Yewon, relación que por cierto, no funcionó y decidimos darle fin luego de un mes.

"—Creo que sigues muy pendiente de esa persona, Yeonjun..."

"—No es eso, noona... Sólo he estado distraído por los exámenes."

"—Llevamos tres semanas y ni siquiera te has planteado darme un beso..."

Y la verdad es que nunca pude dárselo.

[...]

Cuando el reloj indicó las una de la mañana, Jimin tuvo que marcharse debido a que tenía un compromiso a las diez, entonces me despedí de él y anduve siguiendo el ritmo de la música junto a un grupo que se me unió. Así estuve bailando por una media hora hasta que quise alejarme un poco de la fuente principal del bullicio, encaminándome a las escaleras que guiaban al segundo piso. La planta que Yeonjun prohibió, pero él estaba tan tentado en ignorarme, que dudo que fuese a dirigirme la palabra si me viese sentado allí.

❝𝒉𝒐𝒓𝒏𝒔, 𝒏𝒐 𝒉𝒂𝒍𝒐𝒔❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora