XXIV

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En aquellos momentos los reyes de Daegu se dirigían al pueblo, iban a decirle a todos que el próximo heredero de Daegu estaba en camino.

El rubio posaba sus manos en su vientre, aun no podía creer que estuviese esperando un puqueño cachorro. Donghyuck mordía su labio inferior, como si estuviera nervioso o ansioso por algo, pero en realidad no lo estaba, solo sentía como si algo anduviera mal.

- ¿Sucede algo, Donghyuck? - cuestiona el azabache al notar a su omega tan distraído.

El rubio simplemente niega con la cabeza y voltea, evitando la mirada de su alfa. El azabache no muy convencido con la respuesta de su omega decide dejarle en paz.

Llegaron al pueblo y un guardia les anunció, abriéndoles la puerta y ambos salen; la gente estaba levemente amontonada, pero dejándoles un espacio para que pasaran.

El rubio caminaba detrás de su alfa, hasta que sintió como alguien chocaba con él; aquella persona cayó al piso, pero Donghyuck pudo mantener su equilibrio. Un joven con capucha celeste sobaba su espalda.

- Oh, lo siento; no ví por donde iba - se disculpó el rubio, pues iba distraído viendo a su alrededor.

El joven se levanta y agacha la mirada, apenado y sin dejar que Donghyuck vea su rostro y gracias a la capucha que traía lo lograba.

- P-Perdóneme usted a m-mi, es que iba con prisa - la voz del chico era algo grave.

Donghyuck simplemente vio como este hacía una rápida reverencia y se iba corriendo. Aquello le pareció extraño al rubio, pero la voz de su alfa lo saca de sus pensamientos.

- ¡Donghyuck! ¿Estás bien? - Noté como ese chico chocó contigo - el alfa revisó a su omega, cerciorándose que no tuviera nada.

- Si, estoy bien - Donghyuck calmó a su preocupado alfa.

Al final ambos caminaron juntos hasta donde la mayoría de la gente estaba. Allí estaban todos, esperando a que sus reyes dijeran alguna palabra.

- ¡¡Hoy he venido aquí para darle una gran noticia a Daegu!! - gritó Mark, haciendo que todos callaran - ¡¡Recientemente mi omega y yo nos enteramos que Daegu ya tiene a su próximo heredero, mi omega está en estado!! - gritó Mark.

Los gritos de alegría empezaron a resonar por el lugar y los reyes sonrieron; el alfa se posó detrás de su omega y enlazó sus manos sobre el vientre del rubio, apoyando la barbilla en el hombro del menor. Muchos veían enternecidos la escena mientras otros seguían festejando.

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Una semana pasó desde que el pueblo se enteró que pronto tendrían a su próximo heredero, aquella mañana Mark despertó y notó una cabellera azulada a su lado.

El azabache rápidamente se levantó y observó que no era nadie más que Donghyuck, este tenía el cabello entre azulado y platinado.

- Donghyuck... - susurró sorprendido el alfa.

El omega despertó y lo primero que vio fue a su alfa viéndolo con sorpresa; el omega confundido se sentó en la cama y observó somnoliento a su alfa.

- ¿Por qué me miras tanto? - cuestionó el menor.

- Tu cabello - dijo el alfa.

Donghyuck frunció el ceño ante las palabras del mayor y simplemente pensó que tal vez estaba un poco despeinado. El omega se dirigió al baño, donde había un espejo y cuando se miró, simplemente dio un pequeño grito.

El omega se miró un poco más y simplemente recordó como a su primo le había cambiado el cabello a rosado durante su embarazo, por lo que suponía que debía ser eso.

Cuando el ahora peli-azul salió del baño, notó que su alfa ya no estaba; el omega se encogió de hombros y decidió ir al jardín del castillo, en aquel lugar siempre sentía paz y estaba tranquilo.

Donghyuck llegó y se dispuso a caminar entre la flores que decoraban el lugar, los árboles y junto al pequeño lago que estaba un poco cerca. El omega decidió sentarse en una banca y apreciar un poco el paisaje, pero cuando se sentó escuchó un ruido estraño.

Donghyuck se puso alerta e inmediatamente cubrió su vientre de cualquier amenaza. Ruidos de pasos corriendo se escucharon y repentinamente el omega se encontró rodeado por guardias; aquellos no eran guardias de Daegu, tenían una armadura con diferente diseño.

- ¿¡Es usted el rey de Daegu!? - gritó uno de esos guardias.

- S-Sí... - tartamudeó en un susurro al peli-azul.

- ¡Entréguenos al príncipe perdido! - exigió el que parecía ser el líder.

Donghyuck frunció el ceño, ellos no tenían a ningún príncipe encerrado en el castillo y mucho menos en el pueblo. Uno de los guardias sacó su espada y apuntó al cuello del omega, Donghyuck se alteró.

Un débil gemido se escapó de sus labios al sentirse amenazado y empezó a soltar lágrimas. Donghyuck acaba de llamar a su alfa.

- N-No tenemos a n-ningún príncipe - sollozó el peli-azul.

- ¡La última vez fue visto en Daegu! - gritó el mismo hombre.

El guardia levantó un poco su espada, tomando impulso para lastimar y asesinar al omega. Donghyuck cerró los ojos asustado, pero el sonido de metales chocando fue lo que se escuchó.

Al abrir los ojos vio que Mark estaba frente a él, el azabache con una espada en sus manos y deteniendo la espada del contrario. Los otros guardias al notar los ojos rojos del alfa decidieron escapar.

- ¡Vayan tras ellos! - el capitán de la guardia de Daegu dio la orden.

Todos los guardias de Daegu empezaron a seguir a aquellos intrusos; Mark quería ir y matar a aquel que se había atrevido a amenazar a su omega, pero por ahora su prioridad era reconfortar a Donghyuck.

- ¡Donghyuck! ¿¡Estás bien!? - cuestiona con demasiada preocupación.

- S-Si... - dice aun con miedo.

Jamás había estado tan cerca de la muerte. El alfa posa una mano en el vientre del omega y este solo cierra los ojos y suelta un suspiro.

- N-no me hizo daño - el peli-azul se empezó a tranquilizar.

- S-Sentí tu llamado; solo sentía que estabas en problemas y vine aquí - comentó el azabache - Me asusté al ver como ese hombre estaba a punto de matarte -

Mark abrazó al omega, posando su nariz en el cuello de este, inhalando el dulce aroma. Su lobo aun se sentía alterado y asustado por su omega y aquello le ayudaba a darse cuenta de que Donghyuck aun estaba allí con él.


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My prince {Markhyuck} OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora