My prince {Markhyuck} Omegaverse

XXXII

Donghyuck tuvo que ir a su habitación y vestirse con una ropa más formal, pues su hermano le había dicho que alguien iba a venir a Seúl y le debían dar una bienvenida adecuada.

El peli-azul bajó y solo estaba el castaño en la entrada, Donghyuck no sabía quien era la persona que iba a llegar a Seúl, por lo que simplemente se posicionó detrás de su hermano.

Renjun y Doyoung llegaron minutos después, el rubio se posicionó a un lado de Jaemin y el peli-rosa detrás del rubio y a un lado del peli-azul.

Las puertas fueron abiertas, Donghyuck vio un carruaje con un logo desconocido para él, no sabía de donde era aquella persona.

El hombre bajó; era alguien alto, castaño y en su sonrisa habían unos hermosos hoyuelos. Aquel hombre se acercó a ellos y quedó cara a cara con Jaemin.

- Es un gusto recibirlo - el rey de Seúl dijo.

- Es un gusto poder venir - contestó sonriendo el alfa contrario.

Todos se dirigen a una sala de reuniones, pero ya era de noche y debían descansar, por lo que solo Jaemin y Doyoung se quedan allí para acompañar al desconocido.

- ¿Quién era aquel hombre? - cuestiona el peli-azul al rubio.

- Oh, él es Jung Jaehyun rey de Goyang - sonríe Renjun antes de entrar a su habitación.

Donghyuck solo se encoge de hombros y entra a la que era su habitación cuando vivía en Seúl; queriendo dormir... otra vez solo.

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Había pasado una semana exactamente desde que aquella carta había llegado; tanto Mark como Soobin estaban más atentos y los guardias igualmente.

En aquellos momentos de inseguridad, Mark agradecía haber enviado a Donghyuck a Seúl, pues no sabía que pasaría si su omega estuviese allí y los de Busan atacaran.

Mark bostezó mientras se dirigía a su fría habitación, desde que Donghyuck se había ido le era más complicado conciliar el sueño y casi no dormía.

El alfa se acurruca en la cama, abrazando la almohada que pertenece a su omega; el aroma que aun queda allí logra tranquilizar al azabache.

Todos en el castillo duermen, todo es silencio en el lugar. Ya era muy de madrugada, el rey ya se había ido a dormir hace horas y sus sirvientes le siguieron poco después. Algunos guardias merodean en el lugar, dándole protección al castillo.

Un fuerte estruendo logra captar la atención de los guardias, además de que logra despertar a los sirventes, pues las habitaciones de estos se encuentran muy cerca de la entrada.

Los guardias se acercaron y es cuando notan que la gran puerta está abierta. Sabían que alguien había entrado al castillo.

Una espada clavándose en uno de ellos hace que los demás se alerten; había toda una armada de Busan en la entrada del castillo.

Seulgi veía asustada aquello, había sido despertada por el estruendo de la puerta abriéndose y había ido a ver que pasaba. La omega corrió hasta las habitaciones de la familia real y tocó rápidamente la que pertenece al hermano del rey. Soobin sale de su habitación mientras que con su puño frota su ojo.

- ¿Qué pasa? - pregunta cansado el príncipe.

- ¡Hay una armada completa de Busan! - grita la omega.

Aquellas palabras logran asustar al alfa, por lo que rápidamente se dirige a la puerta más grande de aquel pasillo, la habitación de su hermano.

Soobin ni se molesta en tocar la puerta y entra directamente. Mark se levanta sobresaltado cuando escucha la puerta abriéndose.

- ¡Están aquí! - grita Soobin.

- ¿Qué...? - Mark aun estaba entre dormido por lo que no entendió.

- ¡Busan! ¡Están aquí! - grita desesperado.

Mark se levanta rápidamente y agarra su espada, pero la mano de su hermano lo detiene. El mayor lo mira con confusión.

- Vete - ordena el menor.

Mark solo frunce el ceño al no entender por que su hermano le dice aquello. Soobin ve con seriedad a su mayor, aun sin quitar su mano.

- ¿Qué? - cuestiona confundido el mayor.

- Vete del castillo - repite el menor.

- No... tu... yo... - Mark agarra la mano de su menor, queriendo apartarla.

- ¡Escapa, Mark! ¡Ve con Donghyuck, no puedes estar aquí! - grita Soobin.

Unos guardias llegan corriendo, estaban lastimados. Eunhyuk, el capitán de la guardia, se acerca a su rey rápidamente.

- Están ganándonos, son demasiados; perece que han hecho alianza con algún pueblo - dice el capitán.

- Vete - vuelve a decir Soobin.

- ¡No puedo dejarlos solos! - exclama el mayor.

- Su majestad, no podemos perderlo; lo más seguro es que se vaya, escape - Eunhyuk apoya al menor de los Lee.

- ¿Y tú? - Mark se refiere a su hermano.

- No soy el rey, dudo que me hagan algo - dice Soobin.

- ¡Pero eres el príncipe! ¡Te pueden lastimar! - exclama Mark.

Soobin se acerca a su hermano y lo abraza con fuerza. El mayor corresponde y a ambos se les empiezan a cristalizar los ojos.

- Tu solo ve y no pienses en mi - sonríe el menor.

Mark va a su habitación y rápidamente se cambia de ropa y agarra una capucha negra para pasar desapercibido. Cuando sale le dedica una última mirada a su hermano; el menor simplemente asiente.

Mark salió por el jardín trasero para poder escapar. Cuando ya está un poco alejado, voltea hacia atrás; ve su castillo a lo lejos y una lágrima recorre su mejilla al tener que dejar todo atrás... al tener que dejar a su hermano menor.

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Donghyuck se despierta soltando un fuerte grito. El peli-azul empieza a respirar fuertemente; un feo sentimiento de tristeza y preocupación lo empezó a invadir.

La puerta de la habitación es abierta; Jaemin entra a la habitación preocupado al haber escuchado el grito de su hermano mayor.

- ¡Donghyuck ¿Estás bien?! - pregunta el castaño acercándose.

Donghyuck estaba respirando rápidamente, aun tenía aquella sensación de preocupación y tristeza, pero el omega no sabía de donde.

- Y-Yo... n-no lo sé... - solloza el mayor.

Doyoung y Renjun entran a la habitación, Donghyuck al ver al rubio solo pudo pensar en una cosa: Busan.

- M-Mark... - susurra Donghyuck.

Posa una mano en su cuello, justo donde la brillante marca está depositada. Los otros tres empiezan a preocuparse al notar las fuertes emociones que siente el peli-azul.

- Donghyuck, tranquilizate - pide el alfa cuando nota que su hermano empieza a ponerse pálido.

Donghyuck empieza a sudar frío, se sentía asustado; sus emociones más las que sentía su alfa empezaban a marearlo, hasta finalmente desmayarse.