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Para cuando Jennie llegó, el olor a comida caliente la recibió.

Frunció su ceño cuando notó que la casa estaba limpia, no había ni un solo sirviente allí para ellos. Caminó hacia el comedor y se topó con unas manos abrazándola desde atrás, su cuerpo se tensó; ¿Que querría ahora?

-Lisa... ¿a qué se debe ésto?- se la quito de encima y se giró para ver a su esposa con una camisa entallada y un pantalón ajustado.

-Hola, amor- la tailandesa se acercó, le quitó el saco y la corbata que llevaba- Preparé carne de cerdo. Seguí la receta de internet y estuve a punto de quemar la carne- rió bajo y dejó un beso rápido en su boca.

-No voy a firmarte el puto divorcio- dijo con los dientes apretados, mirándola a los ojos.

-No quiero eso- la menor le tomó ambas manos y se lo llevó hacia la silla- Quiero que estés conmigo, que comamos juntas, debes estar cansada....

Jennie sentía su cuerpo rígido, le costaba contenerse para no gritarle, golpearla o alguna mierda por el estilo.

-¿Entonces qué quieres?- la mayor sentía que en cualquier momento su mujer iba a clavarle una espina...... otra después de lo de Rosé.

-¿Me dejas darte de comer?- la menor se sentó en el regazo de su contraria y apoyó la cabeza en el hombro de ésta.

Jennie llevó su mano a la mandíbula marcada de su esposa y la tomó duramente.

-Si estás jugando conmigo voy a matarte- gruñó y Lisa se recordó que era una mujer herida, acarició aquella mano y sonrió como pudo.

-Te dije que eres mi único amante desde la noche en Los Ángeles- la tailandesa besó la palma de aquella mano- Eres mía y yo soy tuya, Nini.

Lisa se acomodó, cortó un pedazo de carne para llevarlo a la boca de su esposa.

-Abre la boca, cariño, prueba lo que hice para tí.

-No quiero.

Manoban la miro a los ojos... era una niña en el cuerpo de una mujer, necesitaba un amor... un amor verdadero.

-Bien, lo comeré yo entonces- sonrió y se llevó el trozo a la boca- Le coloqué picante.... y salsa.... no sé... es un sabor rico- la pelinegra volvió a comer y jadeó de gusto.

Cuando giró la cabeza, la más baja estaba lamiéndose los labios, ella le acercó un trozo y rozo sus suaves labios.

-Solo un trozo, amor....

-No...

-Tu estómago hace ruido- rió la más alta y besó su mejilla- Por favor....

Jennie gruño y abrió la boca de mala gana.

-Quiero hacerte el amor.... esta noche- susurró Lisa- Sé que crees que no existe diferencia alguna pero la hay y quiero demostrártelo.

La mayor miró hacia el plato, sin decir nada, sin hacer gesto alguno, sin querer decir o hacer nada.

-¿Me dejarías?

El silencio se apoderó de todo, la tailandesa notó que poco a poco (mientras las horas pasaban) Jennie bajaba la guardia.

-Las odio.... odio tus palabras- susurró la mayor y su contraria la abrazó como pudo.

-Yo te amo... amo tus palabras y te amo a tí.

Cuando Lisa elevó su rostro, unos labios chocaron con los suyos.

Jennie intentó tornar el beso apasionado, duro, carnal... pero Lisa apoyó su mano en su pecho antes de subirla hacia la mejilla para continuar con el beso que llevaban, lento, suave, despacio...

Demás fue para ambos que unos minutos después estuvieran en la habitación matrimonial, la más alta sacandole la ropa suavemente, acariciando cada centímetro de piel expuesta, Jennie la miraba con miedo; atenta a cualquier cosa... ¿Por qué ella no lo notó antes?

-Te amo... déjame amarte....- susurró y entonces una mano temblorosa de Jennie se levantó... la mano de aquel brazo reconstruido- Te amo...- acarició ese brazo, luego el otro.

Kim sintió que una pared se rompía en mil pedazos mientras que su esposa besaba aquel brazo, aquel cuello.

-Lisa...- intentó gruñir su nombre, sin éxito alguno.

-Déjame amarte- murmuró y le tomó la mano para llevarlo a la cama y sentarlo.

La surcoreana le quitó la camisa que llevaba primero, luego <después de un tiempo> desabrochó el pantalón de su esposa.

Por primera vez Lisa fue acostada con delicadeza en aquella cama donde había pasado noches enteras llorando y sintiéndose sola, pero ahora... ahora lo que menos sentía era soledad. Ahora estaba acostada suavemente, sintiendo el peso sobre él, disfrutando de aquellos besos en su cuello; acariciando la espalda contraria.

-Amor...- jadeó al sentir los dedos de su esposa en ella.

Lisa susurró al suave al oído de Jennie.

-Hazme el amor... hagamos el amor... yo no voy a herirte nunca...

Fueron minutos y minutos, que se transformaron en horas que la tailandesa fue embestida, besada, tocada, todo aquello lentamente.

-Nini...- gimió, moviendo sus caderas junto con las contrarias.

-Ah... ah...- la voz de su mujer salía ronca, baja- Lisa...

Aquellos cuerpos se amaron por un tiempo indeterminable y, cuando llegaron a la cima, Jennie escondió su rostro en el cuello de su esposa.

Jennie estaba llorando.... pero esta vez Lisa estaba a su lado, abrazándola, sosteniéndola entre sus brazos.

-No te merecías nada de eso, mi amor- murmuró Lisa, con sus ojos cristalizados.

Matame Lento (+18) (Adaptación Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora