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Jennie elevó su mirada hacia la persona frente a ella, ¿cómo había entrado allí?

-¿Malta?- elevó una ceja, lo había dicho de verdad, no era una mentira... no era una mentira...

-Tienen una catedral. La Catedral de San Juan. Quiero verla en persona. Ahí haremos en nuestra luna de miel.

La más baja tomó el folleto impreso y ojeó algunas cosas.

-¿Cañones?

-Y muca historia. Quiero comer Rizzoto en un pequeño lugar de comidas. Y sacarnos muchas fotos.

La mayor tomó una onda respiración... su pecho empezó a latir desesperado cuando miró los ojos chocolate de su mujer brillar felices..... y entonces la tailandesa lo notó y se paralizó.

-Estás... ¿Estás sonriéndome?

De repente, la surcoreana notó que no mentía, que su boca se había curvado en una sonrisa.

Jennie la deshizo y la menor rió.

-Me sonreíste, no lo ocultes- la tailandesa se acercó hasta ella, animada le tomó el rostro y repartió besos por todo su rostro antes de que la mano de su esposa le tomara la nuca y bajara su boca a la propia.

Lisa sonrió en el beso, la puerta se abrió de la oficina y Jennie abrió un ojo para mover la mano a su secretaria para que se largara de allí.

La chica cerró la puerta de la manera más rápida que de la que entró.

-Te amo enojona- susurró la menor y el corazón de la contraria bajó otra pared que había creado con los años.

-Nos vamos esta noche.

-Lo que tu quieras, yo lo haré- susurró contra su boca y entonces se separó y entonces se separó- ¡Ah! Le dije al guardia de seguridad que quería que firmaras unos papeles así que...- Lisa sacó una hoja de la carpeta de Jennie y se la pasó.

La más baja comenzó a respirar un poco más rápido. Y la tailandesa entendió.

-Otra cosa, amor- la menor había tirado una mochila en la perta cuando llegó, caminó hasta ella y la abrió.

Sacó la única copia existente del divorcio y caminó hasta la tritura de papel para tirar las hoja una por una, frente los ojos de la que estaba empezando a recordar como el amor de su vida.

-No quiero ésto- habló y caminó para sentarse en su escritorio- Confía en mí, no voy a dejarte.

-No...- la más baja no pudo continuar la oración hasta que su mujer tomó el papel y escribió ''Te amo''.

-Fírmalo para que sea oficial- habló y su esposa lo hizo, dudando, esperando que su esposa no la apuñalara por la espalda.

Unas cuantas horas después, el avión que partía a Malta estaba en el aire. Lisa se había quedado dormida en su hombro y la mayor tragó saliva.

El labio inferior de la menor apenas tenía los últimos y pequeños rastros de su golpe.

Y entonces, mientras Jennie elevaba su mano para tocarla; Lisa estando dormida saltó ante su toque, despertando.

Saltó de miedo cuando la tocó...

-¿Jennie?- murmuró la más alta, abriendo los ojos de a poco antes de fruncir el ceño- ¿Cielo, estás bien?

La nombrada no sabía por qué le preguntaba aquello, solo logró entender cuando el pulgar de su esposa secó sus lágrimas.

-¿Qué te hice?- susurró Jennie y la menor sonrió.

-Me enamoraste, eso es todo- Lisa besó sus labios rápido y corto- Olvida lo que tengas en tu cabeza, amor.

Jennie volvió a ver a su mujer acomodarse en ella y volver a descansar.

-¿Qué te hice?- repitió.

Cuando el destino ya había sido arribado, un auto los estaba esperando. Jennie no iba a tomarse un taxi por nada del mundo.

Llegaron ambas chicas a un hotel de estilo clásico..... demasiado clásico para su gusto.

-Me gusta, me encanta- Lisa parecía una niña pequeña cuando empezó a ver todo, solo hasta que entró a la habitación y tropezó con la alfombra, cayendo de cara a la cama.

La almohadas terminaron en su cabeza y uno de los zapatos que llevaba terminó en una esquina de la habitación.

Una risa se escuchó, la tailandesa levantó la cabeza y la giró para ver a la otra chica tratar de disimular una risa.

-Eres una idiota- habló la empresaria, increíblemente estaba riendo.

El rostro de su esposa era hermoso cuando reía, era la primera vez que la más joven escuchaba su risa.

Entonces ella fingió estar dolida, levantándose de la cama, tomó una almohada y la estrelló en la cabeza de Jennie, la misma que cortó su risa y miró la almohada.

-No debiste hacer eso, cariño- habló Jennie pero su voz no se escuchó amenazante.

-¿Nini?

Y entonces una sonrisa matadora fue dedicada a la más joven antes de ser tirada a la cama y aquellas manos la hicieron llorar de la risa antes de terminar besándose lento, suave.... como si el tiempo se hubiera detenido.

-Prometo amarte y respetarte- susurró Lisa y, aunque la principio no lo hubiera entendido porque su esposa no habló muy alto, supo lo que dijo.

-Hasta que la muerte nos separe.

Matame Lento (+18) (Adaptación Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora