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Le era difícil no recordar el por qué estaba casado con ella.

-Por supuesto que sí, sabe que es mi vida entera- sus labios chocaron agrios en su boca.

Jennie Kim era hermosa, elegante y educada... una mujer perfecta... perfectamente despiadada.

Sus padres la vieron como una candidata perfecta para su débil hija. Lisa no era despiadada, tampoco sin corazón, sin... nada... a cambio, Jennie era todo lo contrario.

-Tienes mucha suerte, Lisa. Tu mujer es una mujer hermosa.

-Gracias, señor Yang.

Lisa tragó saliva cuando sintió la mano de Jennie en su cadera. El perfume de una mujer pegado en la blusa de su ''mujer''.

Lisa giro su vista hacia una mujer casi de su altura y de cabello rubio que la miraba como ido, como hipnotizado. La mujer sonrió a penas y Lisa giró su vista rápidamente.

Las reuniones sociales eran así... ellos siempre eran perfectos

Una hora después, Lisa se colocó el pijama poco a poco mientras veía como Jennie se vestía para largarse de allí.

-Hoy una mujer me miraba- habló, su mirada era cansada... perdida...

-¿A ti?- la risa de Jennie se escuchó por la habitación- ¿Por qué te mirarían a ti cuando tienen a muchísimas mujeres más bellas?

-Tal vez... soy lindo para alguien- Lisa hacía aquello involuntariamente, tratando de que algo de celos surgieran en ella.

-Debe usar lentes, eso es seguro- Jennie se acomodó su blusa viéndose al espejo y suspiró- Así que me iré ya. Duerme o come o llora como haces casi siempre... solo trata de quedarte vivo para el Lunes, te necesito feliz. Nos juntaremos con el dueño de las corporaciones Min.

Jennie la miró reojeándola de arriba a abajo.

-Duerme...- y gruñó las siguientes palabras con asco- Mi amor...

La puerta de la habitación se cerró de un portazo. Lisa dio un salto en la cama y bajó la vista.

¿Tan ridícula era para Jennie? ¿Era fea? ¿O su cabello negro era feo? ¿Era muy delgada? ¿Era gorda?

Lisa hizo lo que todas las noches hacía: se levantó, caminó al frente del espejo; soñando, imaginando que Jennie regresaba y la abrazaba por detrás, sin importar que fuera unos centímetros más baja que ella.

Fingió la sonrisa que le regalaba a la gente ajena a su vida privada. Se miró lentamente, se desprendió la blusa que había usado y la abrió.

Había empezado a ir a un gimnasio al menos tres veces por semana, había comenzado una dieta e incluso iba a una estética... todo con ilusión de que Jennie la viera.

Le daba vergüenza que, por cada reunión a la que fueran, siempre había alguien... una mujer... un hombre... quien fuera se daba cuenta que Lisa era pura, que no sabía lo que era ser tocada en una cama.

Porque Jennie se encargaba de dejar en claro en todas las noches que se iba a quién sabe donde y no volvía sino que volvía hasta la mañana del día siguiente.

Lisa deshizo lentamente su perfecta falsa sonrisa, sus ojos empezando a cristalizarse. ¿En qué demonios pensaban sus procreadores casarla con la magnate más joven, exitosa y poderosa del medio? ¿Por qué no confiaron en ella para que se hiciera cargo de la empresa familiar?

Las lágrimas hicieron un recorrido iniciando en sus ojos, pasando por sus mejillas y terminando en el frío suelo, para que ella se dejara de ver en el espejo para acostarse sola en la vacía, fría y solitaria cama de matrimonio.

La pelinegra se sentía vacía.... sola... ¿Qué había mal con ella?

Y, cuando estaba a punto de dejarse caer en los brazos de morfeo, recordó la sonrisa que le dio aquella chica en la noche, temprano, y una débil sonrisa, posiblemente insignificante, pero al fin y al cabo una sonrisa, se dibujo en sus labios. 

-Soy linda para alguien- murmuró, cerrando los ojos.

Muchas horas después, cuando el reloj dio las cinco en punto de la mañana, Jennie volvió.

El perfume fuerte femenino estaba pegado a su piel. Se sentía saciada, tranquila y... y vio a Lisa. 

Hizo una mueca de asco y se durmió al lado de su mujer, solo que por encima de las sabanas con las que la más alta se tapaba.

Ella estaba despierta y bajó la mirada hacia el suelo, un perfume más a la colección que su amada solía traer.

Las siguientes noches pasaron de la misma manera. Jennie comenzó a irse con algunas empleadas de la empresa, Lisa perdió el gusto de verse guapa, porque según Jennie, ''¿Cuántas veces debo decirte que no puedes verte bonita ni aunque pongas todo tu pobre empeño?''

Hasta que llegó el Lunes.

La familia Min tenía un lindo hijo llamado, Yoongi o Suga, cómo a él le gustaba que le dijeran, el estaba prometido a un hombre que no conocía a sus pobres 23 años de edad. (se que Suga tiene 27)

Era un chico era un poco introvertido, así que se quedó con sus padres todo el tiempo. La mayoría de la gente eran los invitados de la reunión anterior; así que ahora todos lo miraban con burla.

Fue ahí cuando Lisa se dio uenta que aquella noche de la última reunión, Jennie se había ido para hacer un trío con una chica pelirroja y un chico alto de pelo corto al final.

-Hola.

Una voz suave, tranquila y elegante la hizo girarse para ver a la hermosa mujer que la miraba y le había sonreído aquella noche.

-¿A mi?- se señaló.

-A ti- la mujer asintió con la cabeza y le tendió una fina copa de champagne- Soy Chaeyoung... ¿Tú?

-¿Por qué estás hablando conmigo?- Lisa giró y quiso alejarse pero esa voz tan suave de la rubia la detuvo.

-Porque hace tiempo quiero hacerlo, me pareces extremadamente bella pero he sido muy tímida.

-Estoy casada- susurró la más pequeña.

-Una guapa chica casada puede tomar un café ¿verdad?- la mujer le sonrió y le encantó la forma en que sus mejillas se hincharon- Soy Park Chaeyoung o Rosé como prefieras llamarme.

-Lisa, Lalisa Manoban-Kim- y la joven bajo la mirada a la segunda copa, extendiendo suavemente su mano para poder alcanzarla- Gracias.

-¿Te gusta el arte?- pregunto aquella rubia con mejillas de ardilla y Lisa asintó- ¿Has ido a la obra de Life in Pink- preguntó- Amaría conocer a la pintora Jisoo ¿Tu no?

Y Lisa, pensando que nunca más volvería a hacer eso de nuevo... sonrió... pero esta vez genuinamente.

-Sí, a mi también me gustaría.

-¿Te gustan las montañas?

-Sí, mis padres fueron de vacaciones el año pasado.

-Es muy lindo hacer senderismo ¿No crees?- y Rosé, sin siquiera saberlo, era la ganadora de una sonrisa de un millón de dólares.


Matame Lento (+18) (Adaptación Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora