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Al pasar los días desde su partida, Lisa además de sentirse destruida, se sentía malhumorada, molesta por el más mínimo detalle que pudiera notar.

-No me gusta, hazlo de nuevo- gruño y le devolvió los papeles a su secretaria- Lo quiero para dentro de una hora.

-Pero señor, e ha tomado todo el día de ayer para hacerlo y...- fue interrumpida.

-Para una hora dije, vete ya.

La chica por poco no salió corriendo de allí.

A la tailandesa no le gustaba en lo que se estaba transformando, ni siquiera cuando se miraba al espejo.

No le gustaba, lo odiaba y odiaba en la forma en que su mismo dolor no la dejaba avanzar en las relaciones. Nadie era su Jennie....

Ni siquiera siquiera ese admirador secreto que le envió las entradas, las flores, postales de Francia; de la Torre Eiffel y de un museo.

Su cuerpo no podía olvidar sus abrazos, sus besos, su toque. Su cabeza se negaba a dejar ir el recuerdo de su voz, de su risa, de...

Su teléfono sonó, la voz de Irene se escuchó.

-S-señorita Manoban, una persona la está buscando dice que es por las propiedades que quiere comprar en Daegu.

-No tengo tiempo.

-Insiste, dice que le interesa.

-Dile que vuelva mañana- gruñó la menor- No tengo tiempo para ella.

-Si pero.... ¡Señorita espere!- se escuchó la puerta siendo abierta.

Cuando la rubia elevó su cabeza para insultar a cualquiera que haya entrado, su boca se secó.

Un saco celeste con rayas negras formando cuadros, un pantalón de vestir igual, su blusa blanca, unos tacones y su sonrisa.... esa sonrisa gamosa que no había podido olvidar.

-No quieres que me enfade, Lalisa.

La nombrada tragó saliva y le habló a su secretaria.

-Retírate, Irene.... quiero hablar con ella...

La muchacha salió rápidamente de allí.... y entonces la tenía enfrente, un poco más alta por los tacones que estaba usando, piel bronceada, cabello negro.... y su mirada tan gélida y caliente al mismo tiempo.

-¿Disfrutaste las entradas?- giró su vista hacia el escritorio- Todavía tienes las rosas... aunque están secas en tu libro.

Lisa no podía decir mucho, no porque no tuviera ideas, sino porque no sabía que decir primero.

La vio moverse por la que había sido su oficina hace dos años atrás.

-No has movido ni un mueble.

Los segundos pasaron en silencio.

-Es ridículo ¿no?- murmuró Lisa, no queriendo decir su nombre por miedo a que todo eso fuera un sueño.

La vio hacer una mueca... como las de antes... como la mujer dura y fría; entonce esperó a que alguna palabra saliera de su boca.

-No he podido besar a nadie por miedo a terminar borrando la sensación de tus labios y tu sabor- habló bajo, la menor contuvo su respiración- ¿Qué tan ridículo es eso para tí?

Lisa solo la miraba. Caminó un par de pasos hasta alcanzar su cuerpo y quitarle un mechón que se interponía en su rostro.

-Es muy ridículo.... es muy ridículo sabiendo que eres la leona de la selva de concreto- murmuró acariciando lentamente su rostro.

Le dio una media sonrisa antes de que ambas frentes se apoyaran.

-Tengo tantas cosas que explicarte- suspiró acariciando su mejilla con su pequeña mano.

-No tienes que hacerlo si no quieres...- respondió, cerrando sus ojos.

-Quiero, puedo y debo.... ya no soy la misma y te necesito como el puto aire.

La rubia trató de evitar las lágrimas que se juntaron en sus ojos.

-No soy la misma sin tí... no me gusta- la tailandesa negó con su cabeza.

-Lo siento, cariño- susurró acercándose a sus labios- Debía hacerlo.....

Y entonces se atrevió a decir su nombre.

-Jennie....- jadeó dolida justo antes de que sus bocas se tocaran.

Aquellas manos abrazando su cintura y las otras las mejillas. El beso fue lento y sin prisa, necesitando volver a sentir esa emoción que explotó cuando Jennie la abrazó contra sí por su cintura.

-Te extrañé- confesó la mayor entre el beso- Te extrañé tanto..... amor.....

Lisa la abrazó por los hombros, tomando todo lo que podía.

-No es un sueño.... eres real... eres real...- repitió Lisa contra sus labios- Volviste.... por mí...

-Siempre volvería por tí- confesó Jennie mirándola a los ojos- Eres la única capaz de ponerme de rodillas.

Lisa lo abrazó tan fuerte contra ella.

-Quédate hasta siempre conmigo, Nini..... por favor.... quédate conmigo.....

Y cuando el cielo se volvió oscuro chispeado de estrellas, Lisa sentía el cuerpo de la más baja sobre ella; abrazándola, apoyando su cabeza en su pecho.

-Volví Lili. susurró Jennie en medio del oscuro silencio- Volví y esta vez es para siempre.

-Te amo- murmuró la rubia acariciando su cabello- Siempre te amaré.

Y, entonces la surcoreana elevó su cabeza para, que poco a poco, sus bocas se encontrasen una vez más.

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Matame Lento (+18) (Adaptación Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora