Preludio

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El transcurso de la noche había sido normal, cualquiera habría dicho que ya no podría suceder gran cosa.

Un chillido quebró la quietud de la noche, el sonido rebotaba a través de los pasillos, cuyos únicos ocupantes eran las polillas que golpeteaban sus cabezas contra los tubos fluorescentes.
Las expresiones de júbilo que parecían venir de las enfermeras se sumaron en una sinfonía descoordinada con los reclamos ininteligibles del recién nombrado padre.

Afuera el tráfico circulaba con su habitual bullicio, ignorante de la figura agazapada en el techo del edificio, colgante cabeza abajo desde el letrero que citaba “Hospital San Agustín” en letras iluminadas.
Un ruido de golpes y algunos gritos pudieron oírse dentro, la figura se zambulló en la oscuridad y atravesó un cristal para unirse a la refriega que sucedía más adelante.

El olor... algo se estaba quemando.

Entre Fuego y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora