Delegado

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—¿Dónde esta Camil? —preguntó el hombre luego de besar con dulzura la mejilla de Romina.

—Debe estar tonteando por ahí —respondió ella nerviosa sabiendo lo evidente. 

—Solo vine a dejar a Therrance y por unas carpetas muy importantes que olvidé está mañana.

—Si, en la mesa —acomodó con delicadeza el saco de su esposo y le entregó los papeles. 

Un estruendoso golpeteo seguido de la resonante risa juguetona de Camil hizo que su padre desviará la mirada de los tan importantes papeles posando los ojos al final de la escalera esperando a que su hija apareciera en cualquier momento. Camil bajó corriendo omitiendo algunos escalones con pequeños brincos para llegar rápidamente al recibidor en donde vio a su padre con los brazos abiertos por lo que corrió  tomando más impulso para llegar de un salto al pecho de su padre haciéndolo tambalear y arrugando su impecable saco negro.

—Hueles a pasta de dientes ¿Acaso te acabas de levantar pequeño koala? —Dijo su padre entre risas abrazándola fuertemente.

—Vamos, son las ocho de la mañana— refutó colgada del cuello de su padre. 

—Tienes razón pastelito— besó su mejilla y la regresó al suelo— ¿Por qué no comes algo y regresas a la cama a descansar un rato más?

—¿Estás loco? ¿Descansar de qué? —interrumpió Romina cruzada de brazos. —Therrance llegó muy temprano ¿Y tú la mandas a dormir?

—Es verdad —tomó la mano de Camil—pastelito, el día de hoy comienzas tus nuevas asignaciones con el apoyo de Therrance. Espero que aproveches ésta afortunada oportunidad.

—Ah, éste sigue aquí —dio una rápida mirada de desaprobación al hombre de traje azul marino quien estuvo observando el espectáculo desde un principio.

—Por favor pastelito, se amable.

—Buenos días —exclamó el joven.

—Pues ni tan buenos— respondió levantando la ceja.

—¡Camil!— exclamó Romina molesta.

—Esta bien, esta bien —miró a su padre y sonrió con dulzura— ¿te quedarás a desayunar? El café de hoy huele especialmente delicioso.

—No princesa— levantó el flequillo azabache con su mano y le dio un besó en la frente— solo vine a recoger unos papeles muy importantes y de paso dejar a Therrance e indicarle unas cosas para aprovechar mi tonto regreso.

—¿Qué cosas? —preguntó con molestia.

—No es nada, —acomodó su cabello y puso uno de sus dedos sobre el entrecejo marcado de su hija— recuerda que si haces esa cara fea te quedarás así por veinte años. Anda, ve a desayunar por que el día de hoy tienes que ponerte al corriente con Therrance.

—Confío en ti —lanzó una rápida mirada al joven  quien le respondió con un sutil movimiento.

Camil enfureció más y antes de que abriera la boca para reprochar algo, su padre le besó en la frente por segunda ocasión y salió del vestíbulo con dirección a su despacho acompañado por Romina quien ya le había entregado  las carpetas tan importantes.

«Maldición» rumió con mal gesto. Dio media vuelta y caminó con dirección a la escalera.  

—Camil.

—¿Qué quieres? —no detuvo su paso.

—¿A dónde vas?

—A mi habitación, necesito mi laptop y mi celular. 

—Bien, tienes 10 minutos.

Imbécil —dijo entre dientes apenas para si misma.

—que sean cinco.

Al Diablo Tu Recuerdo (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora