2. Los koalas son adorables

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Llegué colgada del brazo de mi hermano a la sala donde Eliza celebraba su evento. Este la había conocido a ella y a su novio Collin gracias a que yo los presenté y, a partir de entonces, se hicieron buenos amigos. Logan, mi hermano, no solía asistir a muchos eventos a pesar de que era invitado a muchos puesto que era un hombre de negocios reconocido en la ciudad; con un lugar en Wall Street, algo de lo que no mucha gente podía presumir. Estaba asociado a muchas empresas, por lo que era dueño de parte de muchas. Desde bufetes y notarías, hasta empresas de telecomunicaciones o de márketing. Mamá lo llamaba "dueño de Nuevo York". Bromeaba, por supuesto, pero era casi así. Aunque él, como tal, era asesor jurídico.

Al entrar, algunos fotógrafos contratados por la empresa que se encargó de organizar el evento nos avasallaron a flashes. A lo lejos pude ver como Eliza firmaba el libro de uno de los invitados y, cuando se separó de él, me apresuré a llegar hasta mi amiga antes de que volvieran a acapararla. Me vio cuando solo me faltaban un par de metros para llegar a ella. Lanzó una carcajada cuando me lancé a sus brazos.

Llevaba solo una semana en la ciudad, por lo que aún no habíamos tenía la oportunidad de encontrarnos. Era la primera vez que la veía en mucho tiempo.

―¡Cómo me alegra estar aquí! ―exclamé abrazándola con fuerza.

―Cómo me alegro yo de que estés aquí. Significa muchísimo para mí, Kay.

Me separé de ella y di un beso al aire cerca de su mejilla para no estropearle el maquillaje. Mi hermano llegó y la saludó también antes de irse por ahí, dejándonos a las dos solas de nuevo.

―Vas preciosa.

―Tú sí que vas preciosa ―rebatí mientras la miraba de arriba a abajo.

Y lo estaba. Increíble.

Eliza me agarró de las mejillas y las estrujó con suavidad mientras esbozaba una sonrisa radiante.

―Una amiga me ha dicho que te ha conocido.

―¿Aura?

―Aura ―confirmó con una risa―. Gracias por no dejar que Kenneth se pusiera un traje verde manzana.

―Era horroroso ―susurré por lo bajo.

―Mira, por allí viene.

Miré sutilmente hacia donde me indicaba ella con los ojos. Kenneth se acercaba a mi hermano, con un caminar elegante, imponente, atrayente. Saludó a Logan con un corto abrazo y un par de palmaditas en la espalda para luego ponerse a conversar. ¿Se conocían?


Pasé toda la noche aceptando copas de champagne francés y conociendo a un sinfín de gente, cuyos nombres desconocía casi en su totalidad. Prácticamente la pasé con Aura, la cual resultó ser una persona muy parecida a mí. Me sentía muy identificada con ella en casi todo lo que hablábamos.

No negaré que, muy de vez en cuando, se me fue la mirada hacia su hermano, el cual siempre estaba acompañado de alguien que le daba conversación y de un vaso de Dios sepa qué en la mano. Algunas otras veces lo sustituía por un cigarrillo, pues la mitad del evento tenía lugar en la terraza exterior.

Hubo un momento en el que Aura se disculpó para irse al baño y yo decidí apartarme un ratito de la gente. No estaba muy cómoda con tanta gente durante mucho rato, pues yo estaba acostumbrada estar delante de la cámara. Tras un ratito apoyada en el balcón con preciosas vistas de la Gran Manzana, decidí entrar de nuevo y buscar a Aura, pero mis intenciones se vieron mermadas en el momento en que un cuerpo se colocó a mi lado. Me giré y vi a un tipo pelinegro apoyado a mi lado.

KENNETH © (EN AMAZON CON CONTENIDO EXCLUSIVO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora