Recuerdo que hace menos de dos años me encontraba con mis padres en casa, viendo las noticias de las ocho de la tarde mientras cenábamos juntos, como siempre. Sin esperarlo, saltó una noticia informando que se había encarcelado al gobernador del estado de Nueva York de ese momento por fraudes fiscales, blanqueo de dinero y no sé cuántas cosas más. Ya hacía tiempo que habían acusado al gobernador Callan de diversas cosas, pero nunca nadie había logrado probarlo y meterle en prisión, ni siquiera pagar una multa.
Mis padres se sorprendieron mucho al ver que se había metido a la cárcel a un gobernador, cosa no muy usual. Las personas con poder tenían la capacidad (o el descaro) de librarse de los castigos de una forma asombrosa.
No recordaba el nombre del abogado de la acusación, pero sí a cómo se refería la prensa al nombrarlo: El destripador de Nueva York; como si de un asesino se tratara. Y ese era Kenneth. ¿Quién iba a decir que un chico joven, de veintiséis o veintisiete años por ese entonces, iba a ganar ese juicio?
Kenneth era conocido como El destripador de Nueva York por haberse cargado a altos cargos del país, sin dudar y sin miedo a las represalias. También a personas importantes y de renombre como actores, cantantes o gente del mundo de la farándula con un gran poder tanto mediático como adquisitivo. Decían que él solo trabajaba para los mejores y siempre conseguía lo que se proponía: ganar. Tenía una tasa de juicios ganados de casi un 99%. Una tasa altísima para cualquier abogado, sobre todo para uno tan joven.
Se peleaban por él.
Lo respetaban.
¿O le temían?
Pensándolo bien, podía llegar a entender la dureza de sus palabras al hablarle a Koeman; sin embargo, no lo justifico ni mucho menos, porque, por muy conocido y rico que seas, nada te da derecho a hablarle de tan malas formas a alguien, como si de una roca sin sentimientos se tratara.
Ya estábamos en septiembre. Llevaba unas dos semanas en la Gran Manzana y era mi segundo sábado, penúltimo día de mi vlog semanal. Estaba grabando el vídeo del jueves en mi habitación. Siempre había vídeos en mi canal los lunes y los jueves, sin falta.
―¡Hola, hola! Yo soy Kay, y bienvenido o bienvenida... ―señalé a mi alrededor― a mi canal. Hoy, a petición popular, os traigo cinco cosas que no me gustan y diez que sí, de Nueva York. ¿Por qué solo cinco malas y diez buenas? Porque, amigos y amigas mías, lo bueno debería estar siempre encima de lo malo. Si no, mal vamos.
Al notar la garganta seca, hice una pausa y agarré la botella de acero inoxidable que tenía encima del escritorio para darle un largo trago. Me la habían mandado en una colaboración, pero no negaba que tras esta les compré unas cuantas más. Algunas para mí y otras para mi hermano y mis padres. Le di un par de golpecitos con las uñas a la botella antes de dejarla en su lugar.
―Dejad las botellitas de plástico y comenzad a usar este tipo de recipientes ―pedí a cámara, apuntando con un dedo, aunque ni siquiera sabía si cortaría esa parte en edición―. ¡Empezamos con lo malo y luego lo cubrimos con lo bueno! ¿Qué me decís?
Comencé a nombrar algunas cosas que no acaban de hacer mucho tilín de la ciudad, como que la gente va tan ocupada por la calle que ni siquiera levanta la cabeza cuando chocan contigo, que el metro está algo sucio, que hay muchas personas bordes...
―Y vamos con lo bueno que, en realidad, es genial. Lo primero es que tengo a mi hermano y a mi amiga Eliza a un par de calles de distancia, los cuales son imprescindibles en mi vida pues los necesito para razonar correctamente. Segundo: la diversidad de razas y culturas es espectacular...
Estuve delante de la cámara una horita más y, todo seguido, me puse a editar para no tener tanto trabajo la semana siguiente. Odiaba que se me acumulara la faena. Mientras editaba y escuchaba música a todo trapo, recibí un mensaje de mi agente, la cual me ayudaba a manejar algunas cositas referentes a colaboraciones grandes y negocios, ya que yo sola no podía con todo. Me recordó que debía subir una foto con un vestido otoñal que me había mandado una marca de ropa. Y menos mal que me lo recordó, porque... ¡ni siquiera tenía hecha la foto!
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KENNETH © (EN AMAZON CON CONTENIDO EXCLUSIVO)
RomanceKenneth es uno de los abogados más despiadados de la Gran Manzana. Conocido como "el destripador de Nueva York" por la forma en la que encarcela a todo oponente sin piedad alguna. Kay acaba de llegar a Nueva York desde un pueblo de Montana tras rom...