Capitulo 30

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LOS DUMBLEDORE

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-Bueno -dijo Aberforth- hemos de encontrar la mejor forma de sacarlos de aquí. Pero no podemos hacerlo por la noche; ya han oído lo que pasa si alguien sale de su casa después del anochecer: se dispararía el encantamiento maullido y se les echarían encima como bowtruckles sobre huevos de doxy -Venus soltó una risa por la referencia- Y como no creo que logre hacer pasar un ciervo por una cabra otra vez, esperaremos al amanecer, que es cuando levantan el toque de queda; entonces podrán ponerse la capa invisible y marcharse a pie. Salgan cuanto antes de Hogsmeade y suban a las montañas; allí podrán desaparecer. Quizá vean a Hagrid, que está escondido en una cueva con Grawp desde que intentaron detenerlo.

-No pensamos irnos -dijo Harry- Tenemos que entrar en Hogwarts.

-No seas estúpido, chico -repuso Aberforth.

-Debemos ir -insistió Harry.

-Lo que tienen que hacer es alejarse de aquí en cuanto puedan.

-Usted no lo entiende. No disponemos de mucho tiempo. Tenemos que entrar en el castillo. Dumbledore, es decir, su hermano, quería que nosotros...

-Mi hermano Albus quería muchas cosas, pero resulta que la gente tendía a salir perjudicada cuando él llevaba a la práctica sus grandiosos planes. Aléjate del colegio, Potter, y si puedes sal del país. Olvídate de mi hermano y sus astutos planes. Él se ha ido a donde ya nada de esto puede hacerle daño, y tú no le debes nada.

-Usted no lo entiende.

-¿Ah, no? -dijo Aberforth- ¿Crees que no comprendía a mi hermano? ¿Crees que conocías a Albus mejor que yo?

-No he querido decir eso. Es que... me encargó que hiciera un trabajo.

-¡No me digas! -se burló Aberforth- Un trabajo agradable, supongo, bonito y fácil. El tipo de trabajo que un joven mago no cualificado realizaría sin demasiado esfuerzo, ¿verdad?

Aquel hombre no se parecía nada al Dumbledore que era director en hogwarts, era diferentes y eso Venus lo habia notado cuando empezó esa mini discusión.

-No, no es un trabajo fácil. Pero tengo que...

-¿«Tengo que»? ¿Por qué «tengo que»? El está muerto, ¿no? -gruñó Aberforth- Déjalo ya, chico, si no quieres correr la misma suerte que él. ¡Sálvate!

-No puedo.

-¿Por qué?

-Yo... Usted también lucha, ¿verdad? Usted pertenece a la Orden del Fénix...

-Pertenecía -puntualizó Aberforth- La Orden del Fénix ha pasado a la historia. Quien-tú-sabes ha vencido, todo ha terminado, y aquel que piense lo contrario se engaña a sí mismo. Aquí nunca estarás a salvo, Potter; él está decidido a acabar contigo. Así que vete al extranjero, escóndete, sálvate. Y será mejor que te lleves a estos tres contigo. Ahora que se sabe que han estado trabajando contigo, correrán peligro toda su vida.

-No puedo irme -insistió Harry- Tengo que hacer una cosa...

-¡Que la haga otro!

-No. Tengo que hacerlo yo. Dumbledore me explicó todo lo que...

-¡Ah, vaya! ¡No me digas! ¿Y te lo contó todo? ¿Fue sincero contigo? Yo conocía muy bien a mi hermano, Potter. Aprendió de mi madre el arte de guardar secretos. Nosotros crecimos rodeados de secretos y mentiras, y Albus tenía un talento innato para eso.

Venus y las Reliquias de la Muerte [7]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora