En YoonGi vio un ancla y un confidente pero un día el ancla desapareció en la profundidad del océano o entre la arena o quizás Seokjin confundió a YoonGi con un ancla y en realidad YoonGi era el barco.
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Dieron las seis con cincuenta minutos de la tarde, era la segunda vez que se cambiaba, la primera vez se puso un pantalón de mezclilla un poco rasgado en las rodillas y una sudadera tejida en cuello V de color café. En cuanto bajó a la sala su mamá lo regresó a cambiarse, giró a ver a su hermano y lo vio enfundado en su traje especial, un armani negro que Seok jung le había obsequiado. Odiaba ponerse corbatas, con pereza regresó a su habitación a buscar algo más formal, ¡joder! El era músico se supone que la formalidad y etiquetas no aplicaba en él pero ahí estaba, estirandose a más no poder para alcanzar una camisa negra de lino que guardaba hasta arriba de su closet. Su segundo jodido outfit constaba de la jodida camisa negra de lino que tenía un cuello V con una cinta negra para el cuello, unos pantalones de vestir negros y un saco azul marino.
Lo sentía por su madre pero era todo lo que había. Se colocó sus tres pares de aretes y bajó, obteniendo la aprobación inmediata de su hermano.
—Pues valió la pena esperar a cenicienta — dijo Geum-jae, iban tarde.
—Pero, parece que darás un concierto —se quejó su mamá. —¿no podrías buscar algo más... Básico?
—Yoongi es un músico, los músicos hacen arte, los artistas son así, raros a su manera, así que déjalo ser madre, se ve bien y nos tenemos que ir ya porque Seok Jung no deja de mandarme mensajes y estoy tentado a decirle que no iremos. Así que andando —cómo siempre su hermano mayor hacia que tanto él como su madre se doblegaran a favor del otro.
Apenas y llevaba un segundo de haber tocado el timbre de los Kim y YoonGi quiso correr cuando Irene se acercó a abrirles la puerta.
Llevaba un vestido corto, ceñido a su cintura con la falda suelta, dejando ver sus perfectas piernas, su escote en palabra de honor ¿Cómo sabía de escotes? Podría pasarse horas contando las veces en que Namjoon y él recibieron educativas clases de Jimin sobre vestidos pues en su trabajo veía muchos, era algo así como la carta maestra de Jimin para ligar.
Ella lo saludó como si nada, como si desde hace un año no se estuvieran acostando en todas las posiciones posibles y en todos los rincones de su apartamento.
—Irene, te ves hermosa — la halagó su madre.
—¿De qué habla? Creí que usted no vendría, me ha opacado por completo — le respondió a su madre pretendiendo estar ofendida, la madre de YoonGi sólo río complacida.
—Irene, buenas noches —ese fue el hijo mayor de los Min.
—Oppa pero que guapo estás — halagó nuevamente y después de una reverencia fue su turno de pasar —YoonGi oppa, que bueno que hoy si nos puedes acompañar.
—Si, hice lo posible — YoonGi apretó los puños, quería sacar a Irene de ahí, llevársela lejos, lejos de Seokjin y la familia Kim, lejos de todos y de todo. —te ves muy bien —habló bajito, Irene volteo a verlo con una sonrisa en el rostro y le respondió.
