2. Convivencia

2.3K 317 117
                                    

Los días con su nuevo compañero de piso, no tenía mayores contratiempos. Aunque tenía que aceptar que Volkov seguía siendo bastante distante la mayor parte del tiempo.


Ya le había aclarado anteriormente a Horacio, que le ayudaba porque era un compañero que necesitaba de una mano. Se sentía en parte responsable de que lo desahuciaran; aunque eso claramente no se lo había dicho, y el que se quedara en su piso era la forma más eficiente de evitar que pudiera pasarle algo. Eso no significaba que estuviera buscando una amistad o algo más. Simplemente le ayudaría hasta que cobrara y fuera capaz de buscar un nuevo piso que pudiera mantener. La mirada de profunda tristeza que le devolvió en ese momento, le hizo remorder la conciencia, pero consideraba que era necesario aclararlo. Horacio no tuvo más opción que aceptar, tampoco sería tan tonto de declinar una oferta que le permitía tener un techo sobre su cabeza. Hacía años que aprendió que a veces lo mejor era aceptar lo que la gente estuviera dispuesta a darle, así fueran migajas.


Al principio Volkov se había arrepentido de sus acciones impulsivas, después de considerarlo fríamente. Probablemente Horacio haría un desastre en un instante o quemaría su cocina. Se sorprendió bastante los primeros días, al notar que no era así. Prácticamente no sentía su presencia en el piso y hasta había llegado a notar que el lugar estaba algo más limpio, cosa que no esperaba de su inquilino. Sus horarios no solían coincidir, así que no había podido preguntarle al respecto.


Pero luego noto algo bastante importante.


Volkov no podría decirse que tuviera mucha pasión por la cocina, así que la mayor parte del tiempo tenía la nevera prácticamente vacía, por lo que pedía casi siempre comida a domicilio.


Ese día en particular había llegado temprano, después de una jornada tranquila. Horacio parecía estar en su habitación. No le dio importancia y se dirigió a la cocina. Decidió prepararse algo simple de comer. Quería hacer un sándwich, aunque considero que a estas alturas no tendría nada en su despensa por su nuevo compañero de piso. Le llamó la atención darse cuenta de que aún tenía varias cosas en la cocina, más no le dio importancia y sacó lo necesario de la nevera, arrojándolas sin cuidado al mesón, antes de notar que el jamón y el queso parecían haber caducado.


—Pero qué coño...


Dejó las cosas en la mesa y de repente se le vino a la cabeza revisar la despensa. No había nada fuera de lugar y en la nevera tampoco. Todo estaba en su sitio. En cualquier otra situación eso no significaría nada. Pero literalmente no faltaba nada. Su cocina estaba intacta desde la última vez que la utilizo. Entonces, ¿qué coño estaba comiendo Horacio?


Era cierto que no había sido lo suficientemente considerado para reponer la alacena; que estaba bastante vacía, después de dejar vivir a Horacio con él. Pensó que se las apañaría con lo que hubiera, aunque estaba claro que no había sido así. Trato de ignorar la punzada de preocupación que sintió. Tiro toda la comida mala a la basura; gracias a su mal hábito de saltarse comidas y comprar pura comida rápida en vez de cocinar, antes de acercarse a la habitación de Horacio, tocando con suavidad.


Sabía que seguía despierto porque anteriormente había escuchado ruidos venir de dentro de la habitación de invitados; donde se estaba quedando Horacio. Pero tras tocar y estar plantado frente a la puerta por varios minutos se planteó irse.

ConociéndonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora