CAPITULO 1

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El chico se acomodó la ropa, después de probarse un par de cosas, salió del vestidor y caminó rumbo a la dependienta, dejó la ropa sobre el mostrador alegando que nada le complacía, camino hacia la salida, cuándo la alarma sonó el chico no dio tiempo a nada más y salió corriendo de la tienda, se fue tan rápido como sus pies le permitieron, no era la primera vez que robaba, conocía muy bien su ruta de escape hoy había sido ropa, algunas veces robo comida, zapatos, era su modo de vida, pese a que tenía un trabajo de medio tiempo no le alcanzaba absolutamente para nada más que su matrícula para la universidad tenía apenas 18 años ese día justamente estaba cumpliéndolos.

Corrió lo más rápido que pudo los guardias del centro comercial lo perseguían sin descanso al llegar a una esquina giró y se escondió dentro de una panadería mientras a lo lejos vio pasar a los guardias corriendo por fin los había distraído, sonrió sin ganas esta vez también había logrado escapar, pero sabía que no siempre sería así, algún día le pondrían las manos encima y entonces estaría realmente perdido...

Salió de la panadería y fue rumbo a su casa si es que eso se podía llamar casa vivía en una pequeña habitación de alquiler, no tenía muebles, solo el pequeño catre donde dormía, la cocina carecía de lo necesario, un viejo armario, una estufa y nada más...

Deseaba mucho más que esto, pero había llegado de un pueblo pequeño, hace poco más de cinco meses, no tenía familiares, ni amigos, o alguien que se preocupara por él, hasta que conoció a Fiat, el chico era un año mayor, estudiaban en la misma universidad, se conocieron por accidente el primer día de clases, estaba retrasado y en su loca carrera había topado con el mayor, después de eso se hicieron amigo y un meses después había aceptado embarcarse en una relación sentimental.

Fiat a diferencia de él, tenía una solvencia económica estable, trabajaba en un Pub de prestigió, nunca se había atrevido a decirle su situación, había mentido, diciendo que él no tenía necesidad de trabajar y puesto que siempre iba bien vestido, debido a sus asaltos a tiendas de prestigió, Fiat nunca dudo de él.

Hoy Fiat le había hecho una invitación al lugar donde trabajaba para celebrar su mayoría de edad, lo único que tendría que esperar a que su turno terminara para poder disfrutar de la velada, estaba contento, al menos se olvidaría por un momento del lugar donde vivía y disfrutaría de las cosas que los ricos tenían, temía porque Fiat un día lo descubriera, sabía que no aceptaría su mentira y sobre todo porque no tenía medios para salir de esa situación, era nuevo, sin experiencia el trabajo de medio día era lo único bueno que tenía. Y no podía permitirse el lujo de perder a Fiat se había enamorado de él a primera vista.

Fiat era atento, bueno y cariñoso, todo lo que él podía desear, todo lo que nunca había tenido, había perdido a su familia desde los 15 años, cuando habían fallecido en un accidente, al no tener más familia fue enviado a un internado de donde logró escapar a los pocos meses, viviendo desde entonces por su cuenta. Estaba realmente ilusionado después de tres años iba a celebrar de nuevo su cumpleaños, como solía hacerlo con su familia.

Comió un trozo de pan duro que tenía desde hacía dos días y se dispuso a bañarse después de bañarse se tumbó en la fría y dura cama a estudiar un poco aún le quedan unas horas antes de ir al pub a celebrar.

Una hora después se puso la ropa que había robado en el centro comercial y salió de su casa hacía el pub que le quedaba bastante lejos de donde vivía decidió ir en autobús pues no tenía suficiente dinero para coger un taxi.

Le tomo alrededor de una hora y medía poder llegar hasta la dirección que Fiat le había dado, el hombre en la puerta lo dejo entrar, el ambiente aún estaba tranquilo, eran apenas las nueve de la noche, pero tendría que estar ahí en espera por lo menos unas dos horas que era cuando Fiat tomaba su descanso.

EL PRECIO DE TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora