«La diversión se expresa con sonrisas delicadas. La risa es demasiado ordinaria para la lady o lordy elegante».
Tratado de las ladies y lordys más exquisitas
«La vieja pregunta se ha resuelto: en la batalla, el mármol triunfa sobre el oro».
El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823.
Jun miró por encima del borde del palco del duque de Rivington en el Teatro Real, considerando la masa de seda y satén que se extendía a sus pies. La mitad de la sociedad elegante parecía haber acudido al estreno de La dama de Livorno, y la otra mitad debía de sentirse frustrado al no haber podido conseguir una entrada.
—¡Créeme —dijo Kibum, uniéndosele para contemplar la escena ante ellos —, estaba convencido de que el otoño era la estación ideal para las casas de campo y las cacerías!
—Sí, pero parece que quien quiera que estableció eso este año ha olvidado comunicárselo a la sociedad londinense.
—Eso es lo que ocurre cuando el Parlamento celebra sesiones especiales. Todos enloquecemos con el aire otoñal. ¿Es harina lo que lleva lady Davis en la cabeza? — Kibum levantó los gemelos de teatro para inspeccionar el desafortunado tocado. Sacudió la cabeza y continuó recorriendo con la mirada el resto de los palcos del teatro antes de que empezara la función y se viera forzado a fingir que no le interesaba el público asistente tanto como la compañía de actores—. Ah, Densmore ha venido con una mujer a la que no había visto nunca. Podría pensarse que es una mujer de vida ligera.
—¡Bumnie! —Tal vez no llevara mucho tiempo en Londres, pero sabía que el tema de las cortesanas no era apropiado en el teatro.
Kibum alzó el mentón, con los ojos relucientes.
—¡Pero es cierto!
—¿Qué es cierto? —El duque de Rivington, Siwon, se había abierto paso entre la multitud de visitantes en busca de un momento de tranquilidad y recorrió con un dedo el brazo de su esposo.
Jun sintió una punzada de envidia ante la casual muestra de afecto, que pasó totalmente desapercibido para el uno como para el otro, y lo ignoró. Kibum miró a su duque con una amplia y radiante sonrisa.
—Estaba diciendo que Densmore parece haber venido con la mujer de la noche. No la había visto nunca.
Siwon Rivington estaba acostumbrado al atrevimiento de su esposo, de modo que, en lugar de reprenderlo, buscó con la mirada el palco de Densmore e inspeccionó a la acompañante del vizconde.
—Es posible que tengas razón, cariño.
—¿Lo ves? —Kibum exultaba de entusiasmo—. Tengo una excelente percepción para reconocer la naturaleza humana.
—O te estás convirtiendo en un excelente cotilla —dijo Jun secamente.
Rivington rio sonoramente.
—Es lo más probable. Señorito Fiori, me temo que debo llevármelo un momento. —Y dirigiéndose a Bumnie—: Por favor, ven a saludar a lordy Allen. Necesito que le entretengas un rato mientas trato un asunto con su esposo.
Kibum miró por encima del hombro de Siwon Rivington a la pareja en cuestión. Formaban un dúo especialmente severo: ambos tenían los labios apretados y desafortunadas papadas. Kibum puso los ojos en blanco y le entregó a Jun sus gemelos.
—A ver qué puedes descubrir mientras tanto. Espero un informe completo.
Entonces se marchó, abriéndose paso a través de una multitud de gente, para cumplir con su deber como esposo de uno de los hombres más reverenciados del reino. Jun observó fascinado cómo su amigo se acercaba al baroni e iniciaba la conversación. Al cabo de un momento, lordy Allen miraba a Kibum con una amplia sonrisa en su rostro, obviamente satisfecho con su compañía.