𝟙𝟚

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«La música es el sonido de los dioses. Toda lady y lordy que se precie ha de saber tocar el pianoforte a la perfección».

Tratado de las ladies y lordys más exquisitos.

«Estamos seguros de que todavía puede celebrarse la boda de la temporada...».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823.

Jung Min le alzó entre sus fuertes brazos y le llevó hasta el banco del piano. Después le depositó sobre el duro asiento de madera y se arrodilló ante Jun, acogiendo su cara entre las manos e inclinándose para besarlo.

Sus manos le acariciaron el pecho, lo masajearon, lo desnudaron, lo frotaron y pellizcaron delicadamente aquellos pezones hasta que Jun ya no pudo más y jadeó. Jung Min recompensó aquel sonido de placer dándole todo lo que Jun no sabía que quería. Los viriles labios susurraron su nombre antes de succionar una de las enhiestas puntas. La lujuria le recorrió de pies a cabeza. Jun enredó aquellos espesos rizos rubios entre los dedos, aferrándose a ellos como lo haría un náufrago a un trozo de madera mientras Jung Min le causaba estragos en su cuerpo y en sus emociones.

El duque gimió al sentir el contacto de aquellos dedos sobre su pelo. Un gemido descarnado que envió oleadas de placer por todo su cuerpo.

Jun sabía que no debía permitírselo. Que estaba arriesgando demasiado.

Pero no le importó.

«No, mientras no se detenga.»

Jung Min lo estrechó entre sus brazos, venerándolo con los labios, la lengua y mordisqueándole apasionadamente mientras sus manos la acariciaban por todos los lados, acercándolo contra sí hasta que solo fueron uno.

-Jung Min... -Pronunció su nombre con un susurro. Jung Min se detuvo, alzó la cabeza y le miró con ojos anhelantes.

-Dios, Jun. -Subió una mano y le acarició la mejilla.

Jun ladeó la cabeza instintivamente y depósito un tenue beso en la yema de su pulgar, antes de lamerlo y morderlo suavemente.

Jung Min gruñó de satisfacción y le abrazó con más fuerza, le besó con un ansia que hablaba más de posesión absoluta que de gentiles caricias. Cuando terminó, ambos estaban jadeantes.

Sin saber muy bien cómo, Jun había conseguido meter las manos en su chaqueta y estaba acariciándole el ancho y musculoso pecho.

-Quiero... -Empezó a decir, pero no pudo terminar la frase porque Jung Min había vuelto a centrar la atención en sus pezones, llevándose uno a la boca y friccionando el pezón entre la lengua y los dientes hasta que a Jun le fue imposible pensar en otra cosa.

Tras unos instantes de intenso placer, Jung Min decidió liberarlo y esbozó una sonrisa voraz que le derritió por completo. Jun alargó la mano y trazó con los dedos el contorno de los labios varoniles, como si tocando aquella sonrisa fugaz pudiera grabarlo a fuego en su memoria. Jung Min se metió la punta de uno de sus dedos en la boca y lo succionó hasta que consiguió volver a hacerle gemir.

-¿Qué es lo que quieres, cariño?

Aquella expresión tan tierna se instaló entre ambos, y a Jun le asaltó una profunda nostalgia. Le quería a él. Pero no le quería solo para compartir un momento a escondidas en cualquier lugar a oscuras... O solo durante dos semanas.

«Quiero que me quieras.»

«Que me elijas a mí.»

-Acércate. -Abrió las piernas. Sabía que estaba comportándose como un desvergonzado. Que, si los descubrían, su reputación estaría arruinada sin remedio y que Jung Min se iría directo a los brazos de su futura esposa. Pero le daba igual. Quería sentirlo. Sin importar las capas de tela que se interponían entre ellos. Sin importar que nunca fueran a estar tan cerca como anhelaba.

MinjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora