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«La desdicha solo es para aquellos que carecen de cultura. Las ladies y lordys refinados se enfrentan a los obstáculos con gracia y elegancia».

Tratado de las ladies y lordys más exquisitos.

«La cosecha es increíblemente escasa este año...».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823.


Aquella noche tan horrenda todavía no había llegado a su fin.

Bennett, el anciano mayordomo que Jun sospechaba que había servido a los Ralston desde hacía una eternidad, estaba despierto cuando llegó a casa. Algo bastante extraño si se tenían en cuenta los achaques que el hombre sufría, propios de la edad, y que la mansión estaba llena de jóvenes sirvientes más que capaces de esperar la llegada de su señor a esas horas de la noche.

Los años de experiencia del mayordomo hicieron que tuviera la delicadeza de abstenerse de preguntar a Jun sobre su aspecto, pues iba sin su capa, que se había dejado por la celeridad con la que abandonó el baile —y que se imaginaba que tendría que recuperar en algún momento— y con la ropa lleno de manchas.

De hecho, el anciano la saludó con una inclinación de cabeza cuando entró en el recibidor; un gesto con el que Jun le habría tomado el pelo si no hubiera estado tan exhausto y desesperado por tomar un baño e irse a la cama.

—Bennett, por favor, ordene que me preparen un baño. Tal y como puede comprobar, lo necesito urgentemente —dijo al tiempo que se dirigía hacia la escalera central de mármol.

—Tendrá que disculparme, señorito Fiori. —El mayordomo se detuvo un instante, como si dudara si seguir o no. Jun se giró para mirarle y esperó a que continuara—. Tiene una visita.

Lo primero que pensó fue que se trataba de Jung Min, algo que lo llenó de alborozo y excitación y que estuvo a punto de dejarlo sin aliento. Pero cuando lo pensó detenidamente se dio cuenta de que era imposible que se tratara de Jung Min. No podía haber llegado antes que el a Ralston House, a no ser que hubiera abandonado el baile nada más anunciarse su compromiso. Y por muy atractiva que fuera la idea, sabía perfectamente que Jung Min no provocaría un escándalo de tal envergadura.

Ignoró a propósito el hecho de que antes del anuncio ambos se habían visto envueltos en un interludio que no era precisamente de lo más correcto.

—¿Una visita? ¿Para mí?

La expresión del mayordomo se ensombreció, revelando una emoción que a Jun no le gustó en absoluto.

—Sí, milordy. Se trata de su madre.

Un frío y pesado terror se apoderó de Jun mientras negaba con la cabeza.

—No. Estoy demasiado cansado para hablar con ella esta noche. Que espere a que venga Jong Woon.

—Dice que está aquí por usted.

—Pues no voy a recibirla ahora. Tendrá que intentarlo en otro momento.

—Estoy impresionada. Te has convertido en un jovencito con mucho carácter.

Jun se detuvo en seco ante aquellas palabras, pronunciadas a su espalda con total calma y en un perfecto italiano. Miró a Bennett, cuyos ojos estaban llenos de pesar, y le hizo un gesto para que se fuera, acompañado de lo que esperaba que fuera una sonrisa tranquilizadora. A continuación, se dio la vuelta para enfrentarse a su madre.

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