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«La grosería es la última prueba de la perfección. Las ladies y lordys delicados contienen la lengua».

Tratado de las ladies y lordys más exquisitos

«Los descubrimientos más exquisitos en la modista no son los lazos de seda, sino los susurros de escándalos...Las ladies y lordys ingleses dedican más tiempo a las compras que el resto de las ladies y lordys europeos».

El Folleto de los Escándalos, octubre de 1823.

Jun se recostó en el diván del probador de la modista. Había pasado más horas de las que estaba dispuesta a admitir en aquella pieza en particular del mobiliario, tapizada con un delicado brocado escarlata lo suficientemente caro y atrevido como para estar a la altura de la propietaria de la tienda.

—No debe de haber visto comprar a las francesas —dijo madame Hebert secamente mientras colocaba con destreza alfileres en la cintura de la adorable ropa color arándano que estaba probándose Wookie.

Kibum se rio mientras inspeccionaba una tela de terciopelo verde oscuro.

—Bueno, no podemos permitir que las francesas nos superen en una actividad tan importante, ¿verdad? —respondió Wookie con un resoplido.

—Después de todo, hemos conseguido que sus mejores modistas crucen el Canal —acudió en su ayuda Kibum.

Jun sonrió mientras su amigo evitaba por poco un conflicto diplomático.

—Y, además —continuó Kibum—, Wookie lleva demasiado tiempo vistiendo una ropa horrible. Aún le queda mucho trabajo por delante. Nosotros solo hemos venido para pasarlo bien... —Se interrumpió—. Y tal vez para comprar una capa con esta tela verde.

—A su excelencia le sentaría muy bien el terciopelo. —Hebert no levantó la vista de su trabajo—. ¿Puedo sugerirle una ropa de seda que le haga juego? Sería la belleza de un baile de invierno.

Los ojos de Kibum se iluminaron cuando Valerie extendió delante de Kibum la espectacular seda verde, mucho más pesada que la mayoría y con una variedad de tonos verdes que fulguraban bajo la luz.

—Oh, sí... —susurró—. Desde luego que puede sugerirlo.

Jun se rio ante la reverencia que percibió en el tono de su amigo.

—Y con eso, nos pasaremos aquí otra hora —anunció mientras Kibum se dirigía hacia un biombo para que le tomaran las medidas y le clavaran alfileres.

—No demasiado ajustado —le dijo Wookie en voz queda a la modista antes de sonreír a Jun—. Si el otoño continúa siendo tan agitado como hasta ahora, no puedo imaginar cómo será el invierno. Tú también necesitarás nueva ropa, ¿sabes? De hecho, aún no hemos hablado de lo que llevarás en tu cena.

—No es mi cena. —Jun soltó una carcajada—. Y seguro que tengo algo adecuado.

—Wookie ha seleccionado a los mejorcitos de los lores de Londres, Jun — intervino Kibum desde detrás del biombo—. A cuál más elegible.

—Eso he oído.

Wookie examinó el talle de su ropa en el espejo.

—Y todos menos Leighton han aceptado la invitación. —Miró a Jun a los ojos a través del espejo—. Incluso Zhoumi.

Jun ignoró la referencia al conde de Allendale, consciente de que no debía dar alas a Wookie en aquella cuestión. Sin embargo:

—¿Leighton no asistirá?

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