CAPITULO 23 : La mancha roja (Shannon)

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Entre en la casa y esta como siempre se sentía tan vacía. ¿De qué vale una gran casa si solo viven dos personas? La mayoría del tiempo solo se escucha un silencio garrafal. Lo primero que hago es entrar en la cocina en la cual esta Rossi de espalda sacando algo del horno. Si veo mi vida desde atrás y busco quien me han cuidado cuando estaba enferma, quien me espera con galletas al llegar de la escuela, quien estuvo ahí con mi primera menstruación y me calmo porque pensaba que me estaba desangrando, quien ha estado en cada uno de mis cumpleaños, si analizo todos esos momentos solo encontrare a una sola persona Rossi. Ella se comporto como la madre que nunca tuve.

Shani ¿cuándo llegaste? pregunto cuando se dio la vuelta y me vio.

Acabo de llegar no te preocupes —. dije sentándome en uno de los bancos de cocina y colocando mi bolso encima de la isla.

En esta casa tan grande nunca se sabe cuando se está y cuando no —. coloco un pastel de chocolate en frente mío.

No sé cómo no he aumentado de peso con tantos postres que hace.

En todos los lugares de la casa aquí en la cocina es que me siento más a gusto. Quizás es porque de pequeña siempre andaba detrás de Rossi y ella se la pasaba aquí o porque es el único lugar en donde no me siento tan sola.

¿A dónde se le fue la cabecita a mi niña? pregunto embarrando un poco de chocolate en mi nariz.

No lo sé... ¿llamaron? a veces no sé porque preguntaba si en el fondo ya sabía la respuesta.

Quizás era un poquito de esperanza o intentaba tenerla.

Hoy no, lo lamento —. forcé una sonrisa —. Mi niña casi se me olvida el joven Fernando te espera en tu habitación —. anuncio abriendo los ojos del tamaño de dos naranja.

Su reacción me causo tanta risa que me gane una pequeña nalgada de su parte. Niñita insolente —. dijo y siguió haciendo sus cosas, agarre mis cosas y me dirigí a mi habitación.

Cada vez que paso por estos enormes pasillos llenos de pinturas caras, el único recuerdo que encuentro en mi memoria es la imagen de las espaldas de mis padres con sus maletas bajando las escaleras sin siquiera darme un beso de despedida, no hubo ninguna acción de cariño, de amor solo se fueron sin mirar atrás...

Al entrar a mi habitación veo a Fernando su tés es bronceada, tiene un cuerpo trabajado pero no exagerado, su rostro tiene delicados rasgos femeninos que ha logrado gracias a algunos tratamientos, él está sacando ropa de mi armario y tirándola en la cama, arrugándola. ¿Qué se perdió ahí dentro? pregunte cerrando la puerta y cruzándome de brazos.

Se te perdió el estilo cariño, eso paso, los trapos que tienes aquí, ni para mi gato los uso —. Sentencio volteándose.

Esos trapos cuestan más que lo que conseguiría vendiendo tus órganos —. bromeo sentándome en el borde de mi cama y tirándome quedando acostada boca arriba.

¿Cómo te fue?

Pues me desnude para que me pudiera prestar atención. Lo normal —. Respondí mirando el techo. Fer me agarro del brazo y el tiro hasta tenerme enfrente de su rostro.

Eres una chica extraordinaria, fuerte y decidida como para estar rebajándote a rogarle cariño a un chico que no te quiere, cuando tienes a un montón de gorilas pubertos hormonales detrás de ti. así es Fer me dice lo que debo escuchar y no lo quiero que me digan.

Pero me amara es solo cuestión de tiempo. el problema es que soy terca a morir y tiendo a no escucharlo

¡VALORATE! exclamo sacudiéndome con frustración.

lo hago. hice una pausa. a mi modo. Camine y me senté en la silla de mi escritorio.

Hasta mi habitación es demasiado grande, mi cama con dosel de madera pulido, las paredes de un pulcro blanco, el armario excesivamente grande, una mesa de noche que tiene encima un retrato de plata con una foto familiar de hace años. Todo caro, sobrio y perfecto como ellos querían, yo solo soy la pequeña mancha roja que empañaba el lente de la cámara.

no sé que le vez. sentencio.

es perfecto.

Fernando me arrojo una de mis almohadas en la cara. tan dulce tu.

dulcito como el limón. bufoneo. bien ahora dime ¿qué quieres que haga?

Me conoce tanto...

vas a seguir a adrian hasta que descubras quien es la chica con la que está saliendo. decrete.

bien... y cuando sepas quien es, la vas a destruir hasta que se aleje del juguete favorito de la guardería ¿cierto?

— adrian es mío y nadie me lo quitara.

— no sabía que Hoffman tenia título de propiedad. su actitud de padre sabiduría me alteraba.

— ¿eres mi amigo o mi enemigo?

— afortunadamente tu amigo; por eso intento hacer que esa cabecita entienda, pero sé que no lo lograre. se levanto de la cama.

A la final Fer siempre hace lo que yo quiero.

— Dios le brinde un buen ángel guardián a esa chica porque se le va a ir un demonio encima. sentencio haciéndose la señal de la cruz.

— qué lindo concepto tienes de mi. me queje.

— te conozco. agrego guiñándome un ojo.

¿Cuanto es siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora