Él lleva algunos años en este mundo. Ella acaba de comenzar. Ninguno esperaba encontrar el amor en el trabajo. Y mucho menos... todo lo que iban a atravesar.
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- Hola, señora Joza. -la salude mientras entraba en su casa.
- Querida, ya te dije que puedes tutearme.
- Lo siento. -dije un poco avergonzada.
Creo que soy la única persona, en el planeta, que se siente irrespetuosa, al llamar por su nombre, a la mamá de su novio.
- Tranquila. Pearce debe estar en su habitación, sube.
- Gracias -me sonreí, antes de ir a buscar a Pearce-. ¿Ocupado?
Él se giró sorprendido, al escuchar mi voz.
- ¿Para ti? Nunca -entré en su habitación-. ¿Qué pasa?
- Nada, solo quería verte. -tomó mi mano y me sentó en sus piernas.
- Mi mamá, en serio, ¿te dejo venir a mi habitación?
- Sí... ¿Por qué te sorprende?
- Ni siquiera a Jason lo deja entrar. Solo para cosas urgentes.
- Tú mamá me adora.
- Sí... ¿Recuerdas que estabas muy nerviosa cuando te traje por primera vez?
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- Pear...
- Vamos.
- No me hagas esto.
- Kira, no va a pasar nada malo.
- ¿Qué pasa si no la agrado? Me va a dar algo.
Solo había pasado una semana desde que volvimos a LA y nos dimos cuenta que éramos vecinos. Y hasta el momento, todo iba bien.
Usualmente, Pearce iba a buscarme. Y resulta que luego de una charla con su mamá, le contó que estaba saliendo con alguien. Y ahora, ella quería conocerme.
Yo estaba aterrada.
- Solo cálmate. Iremos a mi casa un rato y ya está.
- Pearce -él me besó, para intentar calmarme. Cosa que logró-. No quiero que tú mamá me odie, por alejarla de su bebé.
