— ¡Hyakkimaru, no lo hagas!
La advertencia de Dororo llegó demasiado tarde, su ingenuo esposo ya había acercado su mano al rostro de la bebé dormida apaciblemente en la amplia cuna hecha de mimbre y comenzó a jalar cariñosamente una de sus enormes mejillas. La reacción a esta acción fue inevitable: Kaede despertó y comenzó a llorar al parecer con toda la fuerza que sus pequeños pulmones le permitían.
Ante esto, el padre enarcó sus cejas confundido y retrocedió unos cuantos pasos contrariado. Dororo se acercó a ellos refunfuñando e inflando sus mejillas con descontento.
— Hyakkimaru tonto, es la tercera vez que te digo que no hagas esto. —Lo reprendió tras dejar escapar un pequeño suspiro—. No interrumpas de esta manera el sueño de Kaede.
— Lo lamento—respondió con decepción—, es solo que Kaede se ve tan linda cuando duerme. No puedo evitar querer mimarla.
— Por esto te lo he dicho, hazlo mientras está despierta. —Se agachó para acercarse a la cuna y se arremangó el kimono—. Es lógico que se asuste de esta manera si la tocas cuando está dormida. Tranquila Kaede-chan, todo está bien.
Dororo tomó la cuna y comenzó a mecerla suavemente de un lado a otro intentando tranquilizar a su nena, la bebé seguía llorando entre hipidos desesperados. Hyakkimaru se acercó a ellas un tanto inseguro, se agachó a un lado de la cuna y le habló a su bebé en un tono bajo y derrotado:
— Lo lamento Kaede, no quería asustarte.
— A veces olvido que debo cuidar a dos niños y no solo a uno.
Añadió Dororo en un tono burlón, a lo cual al Hyakkimaru no poder comprender que se refería a él y a sus acciones a veces un tanto infantiles solo atinó a ladear su cabeza con confusión.
— No deja de llorar, tal parece que esta vez se le fue el sueño. —Dororo intentó ocultar el cansancio en su voz y no sonar impaciente. Tomó el pequeño cuerpo de su hija con cuidado entre sus brazos y comenzó a mecerla—. Tranquila Kaede-chan, todo está bien. Tu padre a veces podrá ser un tonto, pero te quiere mucho. Mamá se encargará de darle su merecido después.
Hyakkimaru ahora se sentía avergonzado de su imprudencia, aun así, no pudo evitar quedarse embelesado observando esa dulce escena. Su corazón se agitó de amor cuando observó a su hermosa esposa arrullar con sumo cuidado a su amada hija, la niña continuaba llorando, pero al parecer con menos intensidad.
Habían pasado ya tres semanas desde el nacimiento de su primogénita. Por supuesto no estaba resultando nada fácil acostumbrarse a este cambio tan significativo en su vida, a pesar de esto los amorosos padres se esforzaban cada día en aprender un poco más la manera adecuada de cuidar de ella debido al inmenso amor que le tenían.
Tuvieron la fortuna que Kaede dormía tendidamente durante toda la noche, aun así, por la mañana y gran parte de la tarde parecía tener un sueño muy ligero, apenas el más leve movimiento o el más bajo sonido lograban despertarla. A veces solo se revolvía de un lado a otro, en algunas otras ocasiones como esa tarde se ponía a dar unos lloriqueos fuertes y altos como si estuviera dispuesta a no callarse nunca.
Ahora Dororo cargaba con tanta facilidad y rapidez a su nena que no podía más que admirar sus habilidades innatas de madre. Recordaba cómo antes del nacimiento de Kaede había hablado con Okowa más que desesperada al tener miedo de no poder ser una buena madre, ella incluso estaba convencida de que no lo sería.
Los primeros días sus manos temblaban cuando tenía que cargarla, lo hacía lentamente y con un enorme temor. Parecía como si Kaede estuviera hecha de cristal y Dororo temiera no poder sujetarla bien, y que esta con el más mínimo error se rompiera, a pesar de esto, ahora lo hacía con tanta soltura y naturalidad que como si fuera posible, Hyakkimaru se sintió enamorarse más de ella admirando su valentía y esfuerzos por ser una excelente mamá.
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Parte de mi alma [HyakkiDoro]
FanficSu alma estaba dividida, le pertenecía a tres personas. La dueña de la primera parte era su pequeña, su amada esposa Dororo. Las dos partes restantes eran enteramente de sus otras dos razones de felicidad: le pertenecían a sus adorados hijos Kaede...