16. Cuentos antes de dormir

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— Ummm... Ra-rápido... Hyakkimaru...

Le suplicó entre gemidos lascivos su hermosa esposa con la respiración agitada. El mencionado continuó con sus suaves chupetones en su cuello mientras levantaba la mirada, encontrándose con unos bellos ojos chocolate apreciándolo con deseo.

— ¿Por qué la prisa? —Le preguntó seductoramente sin separar los labios de su cálido cuello, iba bajando lentamente por su brazo.

— Ya no tenemos tanto tiempo como antes. —Se explicó Dororo un tanto nerviosa. Dirigió rápidamente sus manos a la parte baja de su yukata con la intención de desatarla—. Tengo tantas ganas de ti esta noche... Dámelo ya...

— La noche aun es larga y los niños duermen tranquilamente en su habitación. —La interrumpió Hyakkimaru dedicándole una coqueta mirada que la paralizó. Aprovechó esto para retirar sus manos con cuidado, llevarlas a su boca y depositarle pequeños besos—. Hagámoslo con calma, de esa forma se sentirá mejor... ¿no lo crees, mi pequeña y hermosa Dororo?

La esposa mordió sus labios para suprimir un nuevo gemido cuando Hyakkimaru se olvidó de sus manos, tomó la parte de arriba de su yukata y la bajó de una manera lenta y seductora, trazando este camino con besos húmedos hasta llegar al inicio de sus pechos.

— Hya... Hyakkimaru...—Lo nombró con deseo.

— Dororo...—Le correspondió con un tono inundado de amor y ternura.

— ¡¡Mami!! ¡¡Papi!!

Escucharon un potente y alargado grito de Yusuke a lo lejos, un grito temeroso proveniente de la habitación de los niños. Apenas lo escucharon se pararon en seco, voltearon a verse con asombro para posteriormente dejar escapar un sonoro suspiro de derrota.

— Yo iré.

Dijo Dororo con cansancio levantándose pesadamente del futón, su esposo simplemente le dirigió una mirada resignada para colocarse boca arriba y volver a suspirar. Cuando Dororo entró en la habitación de sus hijos vio que Yusuke estaba sentado en su futón mientras lloraba desesperadamente, su hermana mayor lo observaba con recelo en la misma posición.

— Yu-chan ¿qué es lo que pasa? —Le preguntó con dulzura.

— ¡¡Mami!!

En cuanto la vio a su lado Yusuke se lanzó a ella abrazándose a su regazo, el pequeño no era capaz de dejar de llorar. La mujer comenzó a acariciar su cabeza lentamente mientras le insistía que le dijera que pasaba. Pasados unos minutos, Yusuke pudo calmar su lloriqueo para responderle entre hipidos:

— E-el monstruo feo me va a comer... Aneue me lo dijo...

— Kaede-chan... ¿otra vez estás asustando a tu hermano? —Preguntó su madre con severidad.

— N-no, yo...—Kaede calló por algunos segundos, al darse cuenta que no se le ocurría ninguna manera de defenderse, no le quedó otro remedio que afirmarlo al añadir—: ¡Yu-chan, eres un soplón! ¡Por eso el monstruo vendrá a comerte!

— ¡Kaede!

Pero fue demasiado tarde, apenas escuchó esas palabras el niño volvió a llorar con temor. Dororo torció la boca y esta vez miró con enfado a su hija mayor, la niña hizo un puchero para después sustituirlo por un gesto de reproche, darles la espalda y acostarse en el futón.

La madre negó lentamente con la cabeza mientras observaba a su hija de siete y su hijo de cinco años. En verdad los dos eran tan diferentes entre ellos.

Mientras Kaede era una niña valerosa que derrochaba seguridad por cada acción realizada y palabra dicha, Yusuke era temeroso y tímido. Dado esto no era de extrañar que Kaede a veces lo molestara para divertirse, eso de alguna u otra forma le recordaban a Hyakkimaru y Tahomaru en su juventud.

Parte de mi alma [HyakkiDoro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora