"Morimos con vida y vivimos muertos"
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Los días continuaron con normalidad, excepto por la petición de una sesión de estudio por parte de los gemelos para la redacción tanto inútil como dificultosa de la que habían conversado en las Cocinas, en su opinión, que se daría un poco más tarde en ese día. Habían tenido un breve y misterioso encuentro en la lechuzería del colegio. La verdad era que Evelyn no tenía nadie a quien enviarle cartas, tan solo le agradaba pasar tiempo allí con su lechuza y apreciando la vista. No era un lugar especialmente frecuentado, pero para su desgracia, según ella, se había topado con George Weasley mientras ataba furioso pero a la vez divertido -estado de ánimo que aunque intentara negar, a Evelyn le parecía de lo más interesante- algo a la pata del ave. En aquella breve conversación, la Ravenclaw pudo intuir que aquella carta o lo que sea que hubiera enviado no se trataba específicamente de algo amistoso. Para desviar el tema, el chico propuso que lo ayuda con la ya mencionada redacción con tal de también devolverle el favor del descubrimiento de las Cocinas.
Faltaba tan solo veintiocho horas para el comienzo de la tercera prueba del torneo de los Tres Magos. Y, al igual que en la anterior, los espectadores solo se dedicarían a observar durante el tiempo requerido el campo de Quidditch convertido en un enorme laberinto hasta que uno de los campeones pudiera tomar la copa y así proclamarse ganador de la competencia.
Evelyn se encontraba estudiando la ejecución de las maldiciones imperdonables para el extraño profesor de Defensa contra las Artes Oscuras sentada sobre las pequeñas ramas en el suelo y respaldada en su adorado árbol. Al parecer, se debe realmente querer controlar, torturar o asesinar a alguien para ejecutar las maldiciones. Cualquier uso de las mismas les proveía a su respectivo victimario un boleto de entrada a Azkaban, nada de eso era información nueva, pero nunca estaba mal recordarlo.
El nuevo docente no le daba buena espina a cualquier estudiante al que se le preguntase; todos responderían que era una persona estricta, cruel, vengativa, severa, malvada, pero sobre todo respetada. Todos podrían creer que estaba demente, pero comentárselo era un suicidio. El hecho de que hubiera llenado las celdas de la prisión mágica le daba un estatus incluso más importante que el de sangre; por lo que era idolatrado por los traidores pero detestado por los hijos de mortífagos, eso sí: temido por ambos grupos.
-Bien, mocosos. No me permiten enseñarle lo adecuado a los estudiantes de cuarto año, pero los tengo a ustedes.- dijo con una siniestra sonrisa luego de hacer su entrada triunfal al salón de clases y tambaleándose hacia el escritorio para lograr apoyar la petaca de la que nunca se alejaba. -Supongo que conocen las maldiciones imperdonables.- los estudiantes tragaron en seco y se miraron con sus amigos susurrantes y buscando apoyo. Los que tuvieran un poco de consciencia social sabían que les había mostrado a estudiantes de apenas catorce años la maldición asesina frente a sus narices. Incluso pudo haber matado una chica que se encontraba extremadamente cerca de la araña que había utilizado para de demostración. Se decía en los pasillos del colegio que también uno de ellos había quedado anonado por la maldición Cruciatus.
Nadie era lo suficientemente valiente para explicarle al profesor que ese tema lo verían en el año siguiente, por lo que los estudiantes de Ravenclaw y Hufflepuff adaptaron -o al menos los que pudieron- sus mejores caras de inexpresividad.
-¿Nadie? Tú.- señaló al chico que se encontraba en la primera fila con el uniforme distintivo de azul. Y muchos de los estudiantes soltaron el aire que contenían. Al parecer se había quedado observado al profesor esperando que tan solo hubiera estado alucinando, porque aquel hombre tenía un aspecto horripilante, al igual que su temple, y acostumbraba a visitarlo en sus pesadillas.
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Traidora - George Weasley (Terminada)
Fanfiction⁘ 𝐒𝐢𝐧 𝐦𝐢𝐞𝐝𝐨. 𝐋𝐚 𝐜𝐨𝐛𝐚𝐫𝐝𝐢́𝐚 𝐬𝐮𝐞𝐥𝐞 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚𝐫 𝐨𝐝𝐢𝐨, 𝐲 𝐮𝐧𝐨 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐞𝐱𝐜𝐥𝐮𝐢𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐠𝐥𝐚. 𝐍𝐨 𝐭𝐞 𝐥𝐨 𝐭𝐨𝐦𝐞𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐥, 𝐚𝐬𝐢́ 𝐟𝐮𝐧𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚 𝐞𝐥 𝐚𝐳𝐚𝐫. 𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐯�...