Traidora - George Weasley (Terminada)

II

 "I'd die for you", that's easy to say"

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-Bueno, Evelyn Warren, debemos irnos antes que a alguien se le ocurra pasar por aquí. ¡Adiós! Ah, y confío en que no le dirás a nadie que nos viste- supuso guiñándole un ojo. 

-En estos momentos me arrepiento de haberle dado el Mapa a Harry...- murmuró el que parecía ser George. Y desconcertada por el furtivo encuentro que había tenido con los mayores bromistas de Hogwarts, se retiró rápidamente saludando con la mano antes de darse la vuelta. ¿De qué Mapa hablaban y qué tienen que ver ellos con mis padres?

En el camino a su Sala común, tuvo la fortuna de encontrarse con el director Dumbledore, como si lo hubiera invocado con el pensamiento, este se llevaba en sus manos una pequeña bolsa de caramelos de limón y estaba por entrar a su oficina detrás de la estatua de gárgola. 

-Oh, profesor Dumbledore. ¿Está ocupado?- su intención era develar la duda que se había formado.

-¡Señorita Warren!- exclamó -Linda tarde para dejar divagar la mente, ¿No cree?- afirmó abriendo suavemente la bolsa de dulces. -¿Quiere pasar?- preguntó dejándole camino en el inicio de las escaleras de caracol recién formadas. Evelyn asintió con la cabeza y se adentró al despacho del hombre. Nunca había estado en ese lugar: era un sala circular con una serie de objetos maravillosamente misteriosos y un ave Fénix en proceso de crecimiento.

Detestaba pensar en su progenie y mucho más hablar de ella, cosa que no hacía a menudo a causa del anonimato. De una u otra forma, su mente adoraba torturarla de la mejor forma que sabía, por lo que nunca había dejado de analizar cada pequeño detalle de sí preguntándose si eran un producto genético de ellos. Así que, de mala gana, dijo:

-Profesor, dijo que mis padres habían sido enviados a Azkaban por sus crímenes. Pero no recuerdo contra qué familia mágica fueron estos.- confesó algo avergonzada Evelyn. Desde que el director le había informado acerca de su pasado hacía ya seis años, nunca habían vuelto a hablar del tema. Pero tenía un vago recuerdo de haber investigado en algún libro de la biblioteca a inicios de su quinto año; ser prefecta le daba acceso a la Sección Prohibida donde había siniestra información sobre los mortífagos. 

-Además de familias mágicas, tus padres asesinaron a diversos muggles y a los nacidos de ellos, los denominados, solo lo diré esta vez, sangre sucia.- explicó Dumbledore repugnado por ese lenguaje. -Por otra parte, ellos fueron los responsables, junto a otros cinco mortífagos, de la tortura y asesinato de Gideon y Fabian Prewett.- se lo notaba apenado, por lo que la chica supuso que le agradaban aquellos ex estudiantes. Pero no pudo apreciar su cara por mucho tiempo puesto que Minerva Mcgonagall atravesó presurosamente la puerta del despacho con su típica mirada severa. 

-¿Están relacionados con la familia We... 

-Albus, ¡Entiende que es una locura dejar que el niño Potter compita en el Torneo!- exclamó casi suplicando la subdirectora. Y era entendible, el chico tenía catorce cortos años y lo poco que deseaba era un año normal. Hacía unos pocos meses se habían elegido los concursantes junto a la llegada de las escuelas extranjeras en octubre. -Oh, señorita Warren ¿Qué hace aquí?- preguntó la profesora cambiando su postura al instante. 

-Señorita Warren, búsqueme si tiene más dudas. Ya sabes qué decir- propuso el director sereno levantando la ligera bolsa con dulces color verde, a lo que ella contestó con un asentimiento. -Y recuerda, tu ascendencia no condiciona tus decisiones. Eres tú quien elige un camino.- la chica dio otro asentimiento y con una sonrisa tranquila se retiró de la oficina. Confiaba en la sabiduría del anciano, pero nunca había notado que su aparente paz era contagiosa: siempre terminaba por tranquilizar a todos y ella se acababa de enterar de crímenes brutales de sus padres. ¿Cómo podía no estar un poco asustada? Después de todo, ellos la concibieron y tiene su ADN corriendo por sus venas.