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Subo con rapidez las escaleras y abro de golpe la puerta de la azotea.

Veo que una chica se sobresalta por el sonido de la puerta siendo golpeada contra la pared.

Ella me ve mal. Está sentada en el borde con una pierna colgando en el vacío.

Es la misma chica de ojos ámbar.

—¿Qué no sabes pasar desapercibido? —me pregunta rodando los ojos.

—Bueno, disculpa el que no supiera que estabas aquí —refunfuño.

Fija su vista en mí. Casi pareciera que me atraviesa con la mirada. Sonríe levemente y palmea a su lado.

—Ven, es bueno pasar la rabia con el aire en el rostro —murmura antes de fijar su vista en el vacío.

Suspiro y camino hasta llegar a su lado. Me siento con calma en el borde. Miro hacia abajo, varios estudiantes están trotando, otros sentados sobre el césped.

Vuelvo a suspirar. 

¿Cómo sacas tanta rabia de tu interior?

—Me pregunto si estás molesto o enamorado. Estás suspirando mucho —murmura la chica.

—Molesto por estar enamorado —respondo, veo de reojo que tiene una leve sonrisa.

—No creo que estar enamorado te deje estar molesto —murmura— Usualmente están ciegos por amor.

—Bueno, no estoy tan ciego, ni tan enamorado —ella da una sonrisa ladeada y vuelve a fijar su vista en el vacío.

—Entonces estás molesto —concluye.

—Básicamente —murmuro.

—Bueno, aprovecha el lugar apartado y has lo que quieras para descargar la rabia —señala a nuestro lado el techo.

—Molestaré tu tranquilidad —acoto con diversión.

—No te preocupes, ya me voy —se levanta.

Y algo en mí, al verla alejarse, quiere decirle que se quede.

Conversaciones en la Azotea (LQSMSL #2.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora