Miro de reojo hacia abajo. Una persona vestida completamente de negro camina hacia el edificio.
Una chica morena la acompaña, cuando llegan a la puerta solo la morena se devuelve por donde vino.
Creo que por primera vez estaré aquí antes que aquella chica misteriosa.
Espero unos segundos con los audífonos puestos.
Cuando veo por el rabillo del ojo que la puerta se abre me quito los audífonos.
La chica se ve sorprendida.
—Vaya, primara vez que te veo yo a ti. —murmura dejando su bolso al lado del borde y sentándose con calma.
—Sí, bueno. No me apetecía ir a clases. —respondo en un murmuro.
—Entendible. —murmura y fija su vista en el horizonte.
La miro de reojo.
¿Por qué siempre va de negro?
¿Por qué casi nunca sonríe?
¿Por qué siempre mira el horizonte?
Y lo más importante...
¿Cómo sabe mi nombre?
—Me gusta el negro, no tengo una buena razón para sonreír, el horizonte es muy bonito a esta hora y tu amigo me lo dijo. —la veo raro.
—¿Disculpa?
—Lo preguntaste en voz alta. —me informa.
Dios, que vergüenza.
Mejor me muevo un poquito a mi izquierda y me lanzo simulando que fue un accidente.
—No te vayas a lanzar. Está bien, no me molesta responder esas preguntas. —se encoge de hombros.
—Igual. Dios, que vergüenza. —ella ríe levemente.
Y creo que es la primera vez que escucho su risa. Y he de decir que me encanta.
—Bueno, hoy tenemos tiempo para hablar. —me informa.
—¿Hoy si vas a hablar conmigo? —le pregunto incrédulo.
—Bueno, aprovecha mi buen humor, no suele durar mucho. —me da una pequeña sonrisa.
—Está bien, creo que conversaciones profundas estarían bien. —me encojo de hombros, ella me ve de reojo— Bueno, has tú una pregunta de un tema controversial.
Ella sonríe— ¿Qué piensas de los suicidas?
Empezamos fuerte.
—Bueno, no puedo hablar mucho sin conocer su lado de la historia, claramente no se puede —ella sonríe levemente— Pero, si tuviera que decirlo desde mi punto de vista, siempre me pregunto ¿Por qué?
>>Y sí, sé que es una pregunta absurda. Sé que a veces el dolor es tan insoportable que uno siente que lo mejor es morir, pero no lo entiendo. Yo no llegaría a ese punto, principalmente porque le temo a la muerte —me encojo de hombros— No sé, es algo triste que sus vidas terminen así.
—¿Quieres mi punto de vista?
—Por favor y gracias —ella ríe levemente.
—Creo que ven la muerte como una liberación, como la paz interior que les falta —la volteo a ver— Es una forma muy triste de terminar con tu vida, pero a veces hay cosas que no pueden soportarse. El dolor, el rechazo constante, el odio hacia tu persona, la depresión. muchas veces todo eso se junta y termina de una forma muy triste para los que los conocimos, pero para ellos es una forma de liberarse.
>> De todas formas siempre he creído que algo que empuja a las personas a su límite es la sociedad. Bueno, no toda, aún quedan manzanas buenas en el canasto —murmura lo último— Pero la mayoría presiona tanto con los estereotipos que le ponen a las personas un peso innecesario sobre los hombros. Uno que los hace tocar fondo. Es ahí dónde creo que el suicidio para ellos es su forma de subir a la superficie, de que cada dolor desaparezca, que ya no haya reglas que seguir, en el que puedes ser tú mismo sin temor a que te juzguen.
La veo algo sorprendido.
—Vaya, eso fue... —busco la palabra adecuada en mi cabeza— ¿Profundo? No sé cómo definirlo.
—No hay que definir algo con una palabra, hay que definirlo con lo que sientes —ella tiene la vista en el cielo— Con lo que provocan las palabras en ti, con lo que sientes al profundizar en su significado.
Me le quedo viendo fijamente.
—¿Estudias filosofía? —ella ríe, y esta vez escandalosamente.
—No. —me sonríe— Aunque no era mala opción.
—¿Me vas a decir como te llamas? —ella deja de sonreír lentamente.
—No —se encoge de hombros— Ya sabes mis razones.
—No me molestaría recordarte si te vas. —le aseguro, ella da una sonrisa triste al cielo.
—No es cuestión de molestarte, es de... —el sonido de mi celular la interrumpe.
Veo en la pantalla el nombre de mi novia.
Ruedo los ojos y dejo que suene.
—Continúa. —le indico, pero ella tiene la vista fija en mi celular.
—Deberías contestar. —me sugiere, pero niego.
Deja de sonar y agradezco al cielo, pero no tarda ni tres segundo es volver a sonar.
Miro a la chica apenado— Me tengo que ir.
Ella se encoge de hombros.
—Nos veremos luego. —se despide de mí con la mano.
Le doy una leve sonrisa antes de tomar mi bolso y salir de la azotea.
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Conversaciones en la Azotea (LQSMSL #2.5)
Short StoryAlex se molestó con su novia. Subió a la azotea para descargar su rabia con el aire, pero no estaba solo. ¿Quién era esa chica de ojos ámbar? Y, ¿por qué estaba en el borde? Libro 2.5 de la Saga "Lo que su muerte se llevó". (no es necesario leer los...