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—A veces me pregunto si vives aquí, siempre que subo estás aquí sentada. —suelto apenas cruzo la puerta de la azotea.

Otra vez está aquí la chica de ojos ámbar.

Ella me voltea a ver, pero ni me da una sonrisa.

—¿Estás bien? —pregunto.

—Preferiría que te quedaras callado, gracias. —cierra los ojos y el viento mueve su cabello.

¿Qué le sucede?

Hoy al igual que siempre va vestida de negro.

Todavía me pregunto por qué.

Me siento donde siempre, a su lado.

Ninguno dice una palabra, y sinceramente siento el ambiente algo incómodo.

Me fijo en su rostro. No sé si es idea mía o es ilusión de la luz, pero me parece ver que tiene la mejilla algo roja.

Su rostro es muy delicado, tiene unas cuantas pecas en las mejillas, una nariz pequeña y unos labios bonitos. Además de sus ojos, son muy bonitos, y no solo por el color, también su tamaño y pestañas hacen una buena ilusión.

—¿Podrías dejar de observarme? —pregunta en murmuro.

—Lo siento. —me disculpo y dirijo mi mirada al jardín que está casi bajo nosotros.

Aprovecho de buscar mi celular, saco unos audífonos y empiezo a escuchar música.

Un viento fuerte me hace agarrarme del borde, el celular cae al suelo y suena Buried Alive de Citizen Soldier a todo volumen.

Mierda.

La chica se inclina y toma mi celular entre sus manos.

Lo deja sobre mi mano y se levanta.

—Por lo menos tienes buenos gustos musicales. —murmura antes de pasar por mi lado y salir de la azotea.

Conversaciones en la Azotea (LQSMSL #2.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora