capítulo cuatro.

936 122 50
                                    

"Está bien, ya entendí..." suspiró Libertad. "No volverá a pasar."

"De verdad te lo digo, yo estoy para vos y sabes que te banco..." acomodó Bernardo una foto del escritorio. "Sos como una pariente más para mí, pero Valentín es mi protegido, y no voy a permitir que se vaya. Trata de acoplarte a su comportamiento..." recomendó. "Él es complicado, pero en el fondo es un buen chico."

"Está bien, de verdad..." se removió incómoda en su asiento. "No va a pasar más, te lo juro..." ambos asintieron sonrientes. "Igual, fue gracioso hacerlo enojar. Seguro te vino a plantear con barbaridades como que soy una ignorante desastrosa y que no vale perder el tiempo conmigo." rió por lo bajo.

"Ah sí, no solo que él se enoja fácilmente, sino que a vos ya te tiene medio embroncada." confesó él.

"¿Posta?" preguntó sorprendida arrimándose al escritorio. "Ahora conta."

"Puede ser que me haya ido de boca con cosas que dije y que eso haya lastimado un poco su ego, pero está bien..." contestó.

"Berno, vos querés que este tipo me odie de por vida..." llevó sus manos a su cara. "¿Qué le dijiste?"

"Que eras buena, que sabías cocinar a pesar de no ser profesional y que tenías algo así como un sexto sentido culinario..." ríe sobrio. "¿Cómo anda tu viejo?"

"Testarudo, como siempre..." resopló mirando al techo. "Intentando seguir la dieta y mejorando para no tener que ir a tratamiento intensivo."

"Siempre fue muy complicado tu padre, pero ya sabes que me pedir lo que necesites, que siempre y cuando esté en mi poder te lo voy a facilitar." sonrió amable.

"Despreocupate, está todo bien."

"Ahora tomatela que el otro te va a liquidar si te ve sin hacer nada."

Libertad se sacudió las manos por tenerlas ya casi dormidas y se levantó de un tirón. Se llevaba bien con sus compañeros a pesar del poco trato que manejaban, ya que hasta ahora solo estuvo trabajando a solas con Oliva.

"Perdona que tardé, me llamó Bernardo y tuve que ir..." habló una vez a solas con Valentín.

"No te pregunté, no te excuses..." bufó. "Toma, corta finito." ahí estaba otra vez ese comportamiento característico del cocinero.

"Creo que aprendí a cortar finito, el otro día me quedé practicando..." intentó ser amable nuevamente.

"¿Después de irte sin mi permiso o antes?" inquirió irónico.

"Practiqué en casa..." suspiró. "Vi unos vídeos y bueno."

"¿Entonces un tutorial de YouTube te enseña más que yo?" Libertad intentaba ser amable, pero el varón bastante le dificulta el trabajo.

"Los tutoriales de YouTube no me tratan como si tuviera cinco años ni me hablan con una soberbia asquerosa..." replicó enojada.

"No te pregunté eso, no respondas cosas que no me importan." retrucó él. "Corta finito, ¿entendes cuando te digo finito?"

"Mínimo dirigime la mirada para cagarme a pedos, ¿o no te da?" lo provocó.

"Mínimo comportate y ubicate en tu lugar, pendeja irrespetuosa..." se levantó de su banco para agarrar el cuchillo. "Vos cortas así..." mostró con una papa. "Acá cortamos así, ¿ves la diferencia o te la dibujo?"

"Lo único que veo es que te cortaste, quedate ahí..." intentó contener la risa yendo a buscar el botiquín. "Hasta que se dieron vuelta los roles."

"No es gracioso." bufó con el dedo estirado.

"Para mí sí, disculpame por ser feliz..." rodó los ojos. "No lo dobles, te estoy viendo."

"¿Sabes lo que haces aunque sea?" intentó contener la risa por la secuencia, pero el intento fue inútil.

"¡Jodeme que te reís! Yo pensé que eras amargo todo el tiempo..." replicó irónica. "Hace bien reír, lo tenes que hacer más seguido en lugar de tener siempre esa caripela larga."

"Esa palabra es muy de tu papá..." acotó nervioso.

"¿Vos conoces a mi viejo?" él asintió con una mueca de dolor por el brusco movimiento de la muchacha. "Mira, ¿hace mucho?"

"Hablamos dos o tres veces igual, pero me dijo lo mismo que vos..." desvió la vista. "Yo soy yo pero es complicado. La cocina me transforma, y acá son todos incompetentes, yo no puedo trabajar con fracasados..." explicó y eso sorprendió a Libertad. "Esto es excelencia o nada, no cocinamos para mediocres."

"Mamita lo que la debe sufrir tu novia cuando quiera cenar polenta..." dijo graciosa hasta que vio su semblante serio. "Olvidate de lo que dije, deja."

"No dijiste nada malo, pero no tengo novia, así que solo me banca mi perro." se encogió de hombros.

"Bueno, ese perro debe cenar como campeón entonces..." sonrió terminando de curar el dedo. "Ahí está."

"Corta finito." demandó como si nada de lo de recién hubiese sucedido.

Libertad ahora entendía un poco más al muchacho. Para ella, la cocina era un hobby y un empleo pasajero, para él, la cocina era una vida eterna. La joven de todas formas no quiso abusar de la pequeña apertura de corazón que había logrado en Valentín, por lo que procuró quedarse al margen del suceso y cortar como el pidió.

"¿Cómo se llama tu perro?" preguntó cortando.

"Baco." respondió seco.

"Que lindo nombre..." replicó, intentando lograr un quiebre en el irremediable ceño fruncido del varón. "Ahí está, ¿ya quedó finito?"

"Trece papas por día y dos semanas y media te bastaron para aprender a cortar finito..." suspiró aliviado.

"¡¿En serio?!" cuestionó entusiasmada, consiguiendo un asentimiento de su parte. "¡Qué genia que soy!" saltó sobre él colgandose de su cuello y depositando un sonoro beso en su cachete. "Uh, disculpa." soltó su agarre para sacudirse lejos de él.

"Aprendiste, ya estás libre por hoy." murmuró extrañado Valentín.

"¿En serio?" él asintió. "Mañana tendría que llegar tarde igual porque tengo que ayudar a mi viejo en algo y preparar unas cosas. Así que si queres me quedo hoy para compensar."

"No pasa nada, de verdad..." respondió nervioso. "Andate por hoy y vení en cuanto puedas."

Libertad estaba atónita. Valentín estaba siendo comprensivo y demostrando que era un humano empático y con sentimientos para con los demás.

"Gracias, Valen." sonrió dejando un pequeño beso en su cachete.

"No agradezcas, ahora anda." repuso con una pequeña sonrisa esbozada.

Libertad se fue entre saltos mínimos por la alegría que la invadía al haber roto la primer coraza de él.

Valentín quedó en la cocina con la vista perdida y una extraña sonrisa plasmada en su cara. Valentín estaba feliz y no se daba cuenta.

🥀🥀🥀

ayñ pichuloooooos.

𝐜𝐨𝐜𝐢𝐧𝐚 - 𝐰𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora