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Deseos que se encierran en aquel arcón donde se acumulan los imposibles.
Creando espasmos de silencios alentados entre un extraño claustro empeñado en sentenciar.
Oscuro incluso aparece aquel canto, que no encuentra, ni se vincula a la sinuosa senda.
Ni cree ser oportuno acaparar los labios, sugestionado por un suspiro entregado a una ráfaga de viento que encuentra, en su deriva, la única forma de poder rolar.
Hasta ver cómo la soledad renace y bebe el elixir de las preguntas carentes de respuestas.
Convirtiendo las espinas que cuidan el tallo de una rosa, en punzantes parpadeos destellantes, capaces de aflorar distorsiones en el espejo donde se analiza la realidad.
Sugerente se torna la propuesta de perpetuar el gris que copa el cielo y hacer de el, ese cuadrilátero perfecto donde, alma y corazón discrepan sobre la táctica a utilizar.
Como si ninguna de ellas alcanzaran por completo la idoneidad logrando, que se alargué el debate por vestirse de valentía o esconderse para, no mostrar las heridas que lejos parecen de cicatrizar.
Convirtiendo cada ocasión donde el silencio abruma, en una pasarela donde el desfile de dudas celebran su peculiar fiesta.
Hasta tener la apariencia de una virtud que se encamina a ser póstuma, si se abriga como un frío recuerdo que pueda ser esculpido en piedra y el mundo lo vea como una bella escultura.

Todas las vidas que no viví Donde viven las historias. Descúbrelo ahora