Capítulo 3: Ciencia

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La cabeza de Harry se había aclarado un poco a lo largo de la semana pasada. Ya no se sentía mareado simplemente por estar de pie, y sus pensamientos eran al menos bastante coherentes. Intento poner algo de eso en uso mientras caminaba por el pasillo, pero seguía encontrándose increíblemente perdido.

Los pasillos estaban alborotados, personas apresurándose aquí y allá con sus propios asuntos que atender. Supuso que una fuga habría de ocurrir cuando fuera tarde por la noche, sin embargo, había visto a innumerables niños intentar y fallar abrir la puerta. Además, la extrañeza que rodeaba a estas personas y esta instalación hizo que Harry creyera que el solo abrir la puerta no lo resolvería todo.

Mientras lo empujaban a la habitación (sala de experimentos 104, tal como describían las palabras de la puerta) mantuvo la cabeza gacha y los ojos atentos. Eso fue lo que siempre lo ha mantenido vivo; agachándose y manteniéndose alerta. Según su experiencia, las oportunidades eran raras y rápidas, y si quería ahorrarse una cierta cantidad de dolor, necesitaba estar preparado para ello.

Había más científicos aquí que antes. Uno de ellos era Tobías, pero otro era una mujer extraña que lo miraba con extrañeza. Harry no podía describirlo, pero algo sobre esta mujer estaba muy fuera de lugar. Mientras todos los demás escribían cosas en sus pergaminos, o agitaban sus varitas, ella se paró en la esquina, con una sonrisa en su rostro que sería casi agradable si no pareciera estar tan desconectada de la situación, mirándolo con una extraña curiosidad.

Sin embargo, Harry se encontró repentinamente limpio, apartando de inmediato los ojos de la mujer para volverse hacia Tobias, quien parecía más preocupado que nunca, con el rostro pálido. Lucía como si se fuera a desmayar en cualquier momento o, como mínimo, que vomitaría. Aun así, intentó sonreír, en realidad era una mueca, y colocó a Harry sobre la mesa, agitando su varita y revisando a Harry, pero evitando por completo mirar a Harry a los ojos. Cada pocos momentos, su mente parecía divagar y su rostro se veía sombrío, antes de regresar a sus diagnósticos.

Se volvió hacia los demás y asintió rápidamente, antes de sacar un delgado frasco con un líquido de color extraño. Tenía un tono gris frío, con un aspecto espeso como la miel.

—H-Harry— susurra en voz baja, acercándose un poco más —tratare de hacer esto lo más indoloro posible, lo prometo.— Desde tan cerca, Harry pudo ver que el cabello del hombre estaba descuidado, y parecía no haber estado durmiendo bien. —Por favor, solo bebe esto.— Descorchó la botella y la inclinó hacia la boca de Harry.

Abruptamente, Harry se apartó, frunciendo las cejas. No le gustó el aspecto de nada de esto, y aunque no estaba seguro de qué iba a ocasionar el desafío, algo le dijo que no lo bebiera.

—P-por favor, Harry— dijo Tobias rápidamente, su voz elevándose por el miedo. —Por favor, si no tomas esto, no puedo...— Pero fue apartado repentinamente con un empujón y Basil ocupó su lugar, quitando suavemente el frasco de sus manos.

—¿Nadie te ha dicho que los secretos no hacen amigos, Toby?— Dijo Basil, aunque sus palabras fueron más duras de lo que implicaban por sí mismas. —Si el chico se está haciendo el difícil, dímelo, ¿entiendes?— Tobias rápidamente dio un paso atrás, se ajustó las gafas y asintió con la cabeza gacha. No era capaz de mirar a Harry.

Y de repente, Harry estaba siendo agarrado por la cabeza, su boca fue abierta. Se echó hacia atrás, golpeando con fuerza a quien lo retenía allí, pero el niño de ocho años no tenía fuerza en comparación con el adulto alto y robusto al que se enfrentaba.

Gritó de pánico y frustración, pero la poción fue vertida abruptamentee en su garganta y su boca fue cerrada con fuerza para enmascarar los ruidos de gorgoteo que el chico estaba creando ahora. Con una mano sujetando su cabeza por su cabello, fue inmovilizado en la mesa con fuerza mientras tosía y se atragantaba contra la implacable mano que mantenía su nariz y boca tapadas.

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