Capítulo 17

1.3K 111 15
                                    

Mía

- ¿Mía? - ni siquiera me muevo un solo centímetro de mi sitio cuando la puerta del sótano se abre. Tenía las rodillas pegadas a mi pecho. No podía mirar a Malachai. No quería hacerlo.

-No has comido - dice con desaprobación. Sin embargo no obtiene respuesta de mi parte.

Púdrete

Fijo mi mirada en un punto fijo en su frente. El punto en donde le dispararía...

No, no... Pensamientos felices.

Perritos, gatitos, tus amigos...Sweet Pea... Jo...

Trato de reprimir una maldición. No le había dirigido la palabra a nadie desde, por lo menos, una semana.

Algo dentro de mí ardía. Como una yaga que no ha sido tratada. Tal vez era cierto. Tal vez era Penny jugando con mi mente.Tal vez...

- Sabes que tendré que decirle que no has comido - dice Malachai mirándome como un predador mira a su presa antes de dar el golpe final.

Y ahí estaba de nuevo.

Un gran punto rojo marcado entre sus cejas.

Podrías hacerlo...

Podría...

Pensamientos felices, Mía, pensamientos felices.

- Tendré que castigarte de nuevo- dice con voz cantarina tomando mis mejillas entre sus manos - No me mires así. Tú solita te metiste en problemas.

Con sus dedos recorre el espacio entre  la unión de la esposa en mi mano y la que estaba alrededor del radiador.

Su rostro estaba a solo centímetros del mío.

Aún puedes matarlo...

- Te dije que jugabas con fuego - susurra en mi oído - La pequeña Mía tenía que quemarse tarde o temprano.

Se separa de mí antes de que pueda poner mis manos sobre él.

Al escucharlo cerrar la puerta, grito. No de dolor, no de miedo. De frustración, de impotencia pura.

Siento mi garganta destrozada pero aún así sonrío.

Con mi mano libre de las esposas logro desabrocharme el sujetador sin sacarme la camiseta.

No, no estoy loca.

Hay una muy simple razón para mis acciones.

Los sujetadores tienen copas.

Las copas, tienen metal.

Esas traicioneras barillas de metal que se nos incrustan en el pecho solo para proporcionar una imagen de los pechos totalmente idealizada por una sociedad sexista que busca la perfección en ideales completamente irreales e inalcanzables para las mujeres, estaba a punto de ser mi aliado.

Pensamientos felices...

Cállate.

Tiro con todas mis fuerzas de la maldita barilla, tratando de hacer el menor ruido posible. Estaba un poco doblada gracias a los días en los que tuve que golpearla y pisarla e incluso morderla para que pudiera volverse afilada. Como una pequeña punta.

Hoy era el día...

Estaba segura.

Sweet Pea

- Debe haber algo ahí, Jones - digo tratando de contenerme y no romperle la nariz.

- Y hemos buscado ahí y no hay...

- ¡Busquemos de nuevo! - termino por soltar más fuerte de lo que pensé.

Jones toma el puente de su nariz entre sus dedos.

Antes de que pudiera decir algo más, el teléfono de Jones empezó a sonar.

-¿Hola? - aprovecho la distracción para dejarme caer en uno de los sillones. Días enteros habíamos pasado tratando de encontrarla.

Parecía como si simplemente se hubiese esfumado.

- N-no te estoy entendiendo...¿Podrías hablar más claro? - Jughead procede a caminar en círculos haciendo que tenga ganas de estamparlo contra la pred - ¿Qué tú qué?

Me levanto rápidamente al escuchar la puerta de la oficina abrirse. Fp se hizo presente.

- Que lo encontré.

Detrás de él, un hombre de sonrisa ladina inspeccionaba el lugar.

- No me imaginaba que fueste tan... Pintoresco.

- ¿Qué hace él aquí? - pregunté tratando de safarme del agarre de Jones.

- Viene a ayudarnos, Sweet Pea - responde Fp dejando un par de palmadas en mi hombro.

- Vengo a recuperar a mi hija.

Y con eso, el señor Lovelis (aún era raro saber que ese no era su nombre real) fue una Serpiente por un día.

SLEEPING BEAST// Sweet PeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora