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Salí de allí con lágrimas en los ojos mientras pensaba en cómo Raquel me había dejado tirada por unos cuantos pijos de Dortmund.

Anduve por la calle mientras contenía las lágrimas, pero algo pasó.

Roman se puso frente a mi.

—Vaya, pobrecita, su mejor amiga ya no la junta.

Opté por lo más sensato y seguí andando,  conteniendo la rabia que me ahogaba la garganta, y las lágrimas que me quemaban las córneas. Pasé por su lado como si nada, y siguió andando detrás de mi mientras balbuceaba cosas constantemente, riéndose de mi, burlándose de mi dolor, una y otra vez.

—CÁLLATE.-Grité en sus narices.

Sonrió arrogante. No pude evitar derretirme en lo más profundo de mi corazón, pero intenté esconderme y seguir andando hasta mi coche, que ya no recordaba ni dónde estaba.

—Venga, no te enfades. Perdóname.—Dijo atrayéndome a él y estrujándome entre sus brazos.—Podemos estar así, sin compromisos, los dos juntos pero con nuestra libertad...ya sabes.—Dijo acariciando mi cara peligrosamente.

» Ya estaba perdida.

Intenté balbucear algo, algo que me salvara de la perdición, de él. Pero obvio que no fui capaz.

Me besó.

—Cómo echaba de menos esto...—Dijo apoyando su frente con la mía.—Te echaba de menos, siento lo que pasó en el restaurante el otro día.

—Roman esto no esta bien, yo no quiero tener más problemas con Ain...

Me volvió a besar.

» Oh joder, a la mierda.

Cogí su cara entre mis manos y comenzamos a besarnos en medio de la calle oscura. Íbamos de un lado a otro. Casualmente nos apoyamos en mi coche.

Ambos nos miramos.

Rápidamente nos miramos y sin mucho pudor nos fuimos a la parte trasera a repetir todo eso que pasó en Ibiza entre nosotros.

Como si nada pasara.

[...]

Narra Roman:

Volví a casa después de despedirme de Carlota, que siempre caía en mis redes.

Todas lo hacen.

Menos aún cuando se trata de una niña pura e inocente que tiene la suerte de toparse conmigo. Ningún hombre la va a tocar como lo hago yo.

Eso seguro.

—¿Dónde estabas?—Dijo Aina mientras se acercaba a mi sospechosamente.

—Hablando con Carlota.

—¿Y eso?—Dijo riéndose.—¿Ha llorado mucho porque su amiga Raquel ha preferido pasarselo bien?—Dijo mirando a Raquel que se divertía con Mario.

Suspiré.

» Dios mio Aina, cállate ya.

—Teníamos que hablar. Punto.—Dije intentando no recordar como me felaba en la parte de atrás de su coche.

—No me hables así. Imbécil.—Dijo mirándome disgustada.

—No me pidas explicaciones. No soy tu novio, estúpida.—Dije marchándome al salón.

Ugly love - Roman BürkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora