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Cuarto año de Hogwarts
SOPHIA MIRO AGRADECIDA A LOS DOS PALIDOS HOMBRES DE CABELLO OSCURO
—Gracias por eso. Han estado enojados desde que...
—Desde que hiciste piedra a Black y lo partiste al medio.
Murmuró Snape, con una pequeña sonrisa ladeada, que fue correspondida con algo de pena.
—Ya habías estado mucho tiempo sin que te hicieran algo.
Dijo el pequeño Black con una sonrisa, acostumbrado a las tonterías que hacía su hermano. Los dos azabaches la llevaron hasta donde Andrómeda había sido arrastrada a una tienda de ropa por Lilyan. Estuvieron el resto de la tarde juntos. Los merodeadores se habían ido, pero a quien si se habían cruzado era con Evans, quien había saludado efectuosamente al azabache antes de irse.
Cuando la noche se aproximó, el grupo se disolvió y ambas slytherin volvieron a la casa de la rubia. Quien acababa de caer en cuenta de que había sucedido. Había besado a Remus. Había sido solo un pequeño roce donde el frío choco con lo tibio antes de ser interrumpidos. Sophia estaba que saltaba en su interior por estar segura de que él había sido quien dió el último impulso para unir sus labios, eso le daba a entender muchas cosas que le creaban sentimientos que no quería explicar. Le contó de forma resumida a su mejor amiga quien dió los gritos y saltos que Sophia se negaba a dar.
Esa noche respondió la carta de Remus, con quién se escribió por unos días antes de recibir la respuesta sobre ir a Japón juntos, dando una negativa como respuesta. Sus padres eran muy sobreprotectores como para dejarlo ir a otro país con gente que ellos no conocían.
Incluso Lily había cancelado el viaje, disculpándose profundamente, pero sus padres habían organizado ir a ver a su hermano a Estados Unidos. Sophia fue sola a Japón, con su estricta y hermosa madre, quien jugó y arrasó en aquel partido. Por lo que esa noche hicieron una fiesta todas las ganadoras en el lujoso hotel donde la Marit Dolohov se hospedaba. La rubia estuvo obligada a estar con varios niños pequeños y con el único chico que parecía relativamente agradable que era el hijo del árbitro. Lastimosamente hablaba Japonés, por lo que la comunicación era bastante difícil.